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20.06.2015 Nacional  
Música en el foso de los leones

Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Música, que será el próximo 21 de junio, tuvimos el privilegio de asomarnos al lugar de trabajo de la orquesta del Rey León. Sergi Cuenca, director musical de esta producción, ofició hoy como nuestro anfitrión para que pudiéramos descubrir qué es lo que sucede debajo del escenario durante cada función.

Visitamos junto a Sergi Cuenca a sus diez músicos, responsables de la percusión, contrabajo, bajo eléctrico, guitarra eléctrica, guitarra acústica, batería electrónica, teclados, flautas y trompa que suenan durante la obra. Ellos son quienes trabajan cada día para dar vida a este espectáculo hasta en el más mínimo detalle de la acción. Pero, ¿cómo ocurre la magia?

Bajo el escenario se sitúan ocho de los músicos y los otros dos, los percusionistas, se encuentran en los palcos laterales del patio de butacas creados especialmente para el espectáculo. Cuenca nos invita a que bajemos primero atravesando el backstage que funciona sin descanso cada día desde las 10 a.m. “Bienvenidos al foso de los leones”, nos dice entre risas uno de ellos. A oscuras con sus pequeñas cálidas luces de atril, cada uno de los músicos se sitúa en un rincón, a veces literalmente aislado para no interferir en los micrófonos del resto. Todos siguen la función mirando al director y escuchando desde sus auriculares su propia mezcla. Es decir, cada uno decide qué es lo que necesita escuchar de la totalidad de la orquesta. “Si, por ejemplo, uno se pelea con otro por lo que sea, lo puede mutear en su mezcla”, bromea el director. El director musical se sitúa un poco más elevado que los músicos, mirando a los actores; debe seguir al milímetro la escena para poder dar las entradas a los músicos. Durante la función es él quien decide, entre otras cosas, el tempo. Pero hay también momentos que se siguen con claqueta, es decir, con un tiempo electrónico, porque que requieren de una máxima sincronización con aspectos mecánicos y coreográficos de la obra.

“Lo más importante en esta producción son la percusión y las flautas”, nos cuenta, el director. La percusión, que está compuesta por cuatro percusionistas en total, está muy ligada a los movimientos coreográficos y a los efectos del montaje mientras que las flautas, las africanas, representan cada una de ellas un personaje o una localización. Estos dos tipos de instrumentos son el alma del montaje. Hay unas veinte flautas en total que maneja un solo músico. Nos acercamos a él y nos las enseña. Hay muchas que vienen de África y que están afinadas de una manera distinta a la manera occidental pues pueden hacerse con ellas, por ejemplo, cuartos de tono. Para tocarlas tuvieron que hacer un gran trabajo de investigación con ellas. También toca otras flautas occidentales en los momentos más pop.

Para finalizar la visita, nos sentamos en el patio de butacas de frente a los dos percusionistas para disfrutar de la orquesta sonando al completo en un momento puramente instrumental de la obra, la lucha entre las hienas y los leones. La emoción es inmediata.

Sin duda, la música es una parte fundamental de este tipo de espectáculos. Stage Entertainment es de las pocas productoras que sigue apostando con esfuerzo por una orquesta en directo y de una calidad impecable. Sin embargo, la cantidad de músicos que componen estas orquestas dedicadas al teatro en nuestra ciudad es cada vez inferior. Incluso en el caso del Rey León, que es de las más grandes que actualmente tenemos, se optó por la versión más reducida posible de las tres versiones existentes en el mundo por razones de presupesto: veinticuatro músicos en la versión de Nueva York, diecisiete en la de Londres o Alemania y diez en Madrid y otras partes del mundo.

Ojalá el nuevo año de la música nos traiga más músicos en activo que visitar por los teatros de la ciudad el verano que viene. A todos ellos, feliz Día Internacional de la Música.

Crónica realizada por Yanina Carchak

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