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17.03.2015 Críticas  
Algo más que un jukebox ochentero

Bienvenidos al primer crucero low-cost, donde a lo cochambroso lo llamamos “vintage”, la calidad brilla por su ausencia y las hombreras, las coreografías y las canciones nos remite todo a los grandes éxitos del pop-rock anglosajón de los 80.

Hacía mucho que no visitaba el Versus Teatre, y VINTAGE me ha transportado a aquellos primeros tiempos de “Tu, jo, ell, ella… i Webber… i Schonberg” o “Un musical conflictiu”. En cierta forma, como aquellos espectáculos, esta obra se mueve bien en la desnudez del escenario, sin más abrigo que un telón con bolsillos, una cortinilla de flecos plateados, una barandilla, dos sillas plegables y algunos salvavidas. La escenografía minimalista de Sergi Cerdán es extremadamente austera pero efectiva, ya que ayuda a meternos aún más dentro del entorno cutre y precario en el que se mueven los protagonistas, y pone el foco en ellos, en los actores y actrices.

Son seis: por un lado la directora del crucero, una rusa que trata de salvar lo insalvable, cueste lo que cueste (Meritxell Duró) y un problemático trabajador con una venganza personal (Gerard Ibáñez); junto/entre/contra ellos (los 90 minutos de la obra dan para mucho), cuatro jóvenes con inquietudes que esperan conseguir algo más que dinero de su trabajo en el crucero: amor, una vía de escape, una nueva oportunidad… La sarcástica Marina Schiaffino, el excitado Albert Bolea, el creativo Víctor Arbelo y la abnegada Marina Pastor suben al barco con secretos, expectativas y ambiciones; chocarán contra la realidad y la vida de todos dará un vuelco a medida que la tormenta vaya estallando a su alrededor.

El argumento que ha ideado Jumon Erra (también director del espectáculo) parte de una premisa simple: un musical jukebox con grandes éxitos de los 80, a veces traduciendo al catalán las letras (con salpicaduras de inglés y castellano aquí y allá), otras adaptándolas totalmente a la trama que se va desarrollando. En ese sentido es destacable tanto el trabajo del letrista, Marc Gómez, como del director musical, Jordi Taixés, que consigue que las canciones no sólo sean números entretenidos sino que rodeen a los intérpretes y marquen el ritmo y el tono de la obra. Esto es especialmente cierto en el número inicial de “Holding out for a Hero”, pero también por ejemplo en la divertida versión de “Carrie” o en el emotivo papel que juega “Eternal Flame”.

Sin embargo, lo que de entrada parece una excusa para colar canciones junto a algunos gags sobre la precariedad de la vida laboral y un triángulo amoroso, se va convirtiendo en algo más. Pese al ánimo festivo de la obra, VINTAGE pretende y consigue ir más allá, planteando conflictos sociales y éticos con los que podemos sentirnos muy identificados: lo que nos ata. Lo que nos lastra. Lo que nos desprecia: el personaje de Marina Pastor se convierte en portavoz de muchos cuando defiende el derecho a querer hacer un buen trabajo, sin depender del dinero que cobres por él, y cuando se queda sin palabras ante la indignación que le producen escándalos como los de Bankia o Bárcenas.

Los que vayáis al Versus a ver VINTAGE os encontraréis a una pequeña compañía que canta muy bien, tanto en solitario como en conjunto, que se adapta a una selección carismática de canciones y las sabe llevar a su territorio. Recomendado para ir en pareja o en grupo, con ganas de pasarlo bien pero también de dejarse llevar por su reflexión sobre la sociedad low cost en la que estamos embarcados.

Prepárense para una hora y media de pequeños conflictos laborales y amorosos, humor y algunos golpes de timón inesperados. Porque como decía uno de los juguetes más míticos de aquella década, los Transformers, en el musical VINTAGE hay “more than meets the eye”.

Crítica realizada por Marcos Muñoz.

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