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04.02.2015 Críticas  
Perfección y emoción absoluta en el Teatro Real

Acompañada de tan solo un piano, percusión y un bajista, Audra McDonald con su inigualable voz consiguió que el entero Teatro Real de Madrid se transportara a la cuna del musical americano, a Broadway. La mejor voz de Broadway llenaba el gran teatro de Madrid.

La expectación se palpaba en la atmósfera, un templo tal y como es el Real abría sus puertas a la mejor y más galardonada intérprete del género musical. Aunque las expectativas eran inmensas nadie podía imaginar al grado que Audra McDonald las superaría.

Con una elegancia y un porte intachables, fue desgranando piezas más y menos conocidas del repertorio del musical americano, introduciendo cada canción con sentido del humor y con respeto inmenso hacía los cantantes que hicieron famosas esas piezas hace años; canciones hechas himnos gracias a Barbara Streisand o la mismísima Judy Garland.

Audra McDonald se ganó al público con una breve introducción en español y pidiendo a los presentes disculpas por no poder seguir expresándose más que en inglés, aun así no dudó en recurrir al público para la traducción de alguna frase.

Explicó que prefería centrarse en canciones quizás menos conocidas, pero no por ello menos bonitas, aunque nos deleitó con interpretaciones de temas archiconocidos como “I could have danced all night” del musical My Fair Lady para el que pidió que el público presente la acompañara provocando un momento verdaderamente mágico y pocas veces vivido en el Teatro Real.

El silencio y la emoción se sintieron en su máximo exponente cuando prescindiendo del micrófono interpreto “Summertime” de la obra maestra Porgy and Bess. No hay palabras para describir la perfección de ese momento, el Teatro viajó al sur de Estados Unidos y podíamos ver los campos de algodón recolectados por los esclavos entonando su himno.

Lo mismo ocurrió cuando Audra McDonald cantó “Climb every mountain” de The Sound of Music un tema tan conmovedor que no faltaron lágrimas en muchos de los asistentes.

La cerrada ovación al final del concierto provocó que la gran Audra McDonald nos regalara dos temas adicionales, destacando el homenaje a Judy Garland, con “Over the Rainbow”.

Pocas veces había contemplado este humilde espectador tanta pureza y tanta verdad en un escenario. Al salir del teatro la sensación era la de haber asistido a algo único, había que frotarse los ojos para darse cuenta de que delante nuestro estaba el Palacio Real de Madrid y no los taxis amarillos que esperan en cualquier salida del Teatro en Broadway.

Gracias al Teatro Real por programar ese recital y a Audra McDonald por regalarnos durante casi dos horas su voz, su persona, su buen hacer y ese viaje intenso, emotivo e inolvidable.

Crítica realizada por @mcalabau

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