El Teatro Real de Madrid estrenó el pasado 1 de noviembre, en una única función y en versión concierto, la ópera Orlando Paladino de Joseph Haydn, con dirección del maestro italiano Giovanni Antonini e interpretación del grupo Il Giardino Armónico en la parte orquestal.
Orlando Paladino se basa en el poema épico de Ludovico Ariosto, Orlando furioso, pero es una versión semiparódica que ha merecido la calificación de drama heroico-cómico porque mezcla elementos de ambos géneros. En su trama confluyen juegos amorosos, aventuras de épica caballeresca y elementos sobrenaturales, que constituyeron el germen para el Don Giovanni de Mozart, y se considera como una de las mejores óperas del clasicismo del siglo XVIII, aunque sus representaciones en la actualidad son escasas.
El Teatro Real programó este Orlando Paladino como complemento a las funciones del Orlando de Händel, pero en forma de concierto, en consecuencia sin apoyo escénico y disponiendo a los intérpretes cantando frente a su atril, lo cual definitivamente no contribuyó a potenciar la escasa teatralidad de esta ópera.
En la dirección Giovanni Antonini, que no emplea batuta, mostró un dominio total del estilo, aunando un refinamiento y belleza que el conjunto Il Giardino Armónico, desde la orquesta, ejecutó con abundancia de matices, absorbiendo el protagonismo de una ópera que, por otro lado, carece de melodías o episodios capaces de generar momentos icónicos. Haydn planteó una composición de transiciones marcadas y números cerrados que se suceden sin un una fuerte relación, y la versión orquestal acusa más ese escaso efecto dramático.
El elenco vocal estuvo encabezado por la soprano Emőke Baráth y el tenor Alasdair Kent, quienes encarnaron a Angelica y Orlando, los dos papeles protagonistas. Los tenores Josh Lovell (Medoro), Krystian Adam (Licone/Pasquale), el bajo-barítono Renato Dolcini (Rodomonte/Caronte) y las sopranos Núria Rial (Alcina) y Silvia Frigato (Eurilla) completaron el repertorio.
En las intervenciones vocales hay que destacar sobre todo la de la húngara Ermöke Baráth, que afrontó sus números con los graves bien apoyados, y un fraseo bien ejecutado y de gran color, sobre todo en el aria Dell estremi sue voci dolenti, así como la de Krystiam Adam , que supo arrancar la comicidad de su personaje sin menoscabo de la excelente ejecución, lo que despertó la ovación más calurosa del público al término de la función. En un segundo término pero igualmente notable fue la participación de la española Núria Rial, que hizo brillar a la bruja Alcina, pese a su nada lucido papel.
Las voces masculinas estuvieron sin embargo menos equilibradas. Josh Lovell resultó algo más anodino que sus compañeras y Alasdair Kent, y pese a llevar el protagonismo, no logró hacer brillar a su Orlando y ejecutó forzadamente varios pasajes sin que la voz llegara a responder. Similar impresión causó Renato Dolcini, con una ejecución intensa pero irregular.
Orlando Paladino es una ópera poco interpretada debido en parte a que está lastrada por la escasa acción dramática de un libreto plano y excesivamente bufo. La versión orquestal ofrecida en el Teatro Real pondera la belleza de su composición musical y la excelente ejecución de Il Giardino Armónico nos permite disfrutar de su barroquismo, pero definitivamente nos hace añorar algo más de teatralidad y dramatismo.
Crítica realizada por Diana Rivera Miguel