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24.05.2023 Críticas  
El fascismo regresa

El actor Leo Bassi regresa al Teatro del Barrio de Madrid con el espectáculo Yo, Mussolini. Un trabajo sobre la figura del dictador italiano en clave de humor, con una interesante investigación a sus espaldas y una capacidad de análisis sensacional.

Leo Bassi no puede permanecer impasible ante el resurgimiento del fascismo en Europa y su deriva en España. Resucita a Mussolini y nos lo devuelve desde el más allá a nuestro tiempo. Su mensaje era autoritario y antidemocrático, con un nacionalismo extremo y defensor de la civilización cristiana, defendiendo ideas machistas y racistas que se reproducían y aliaban para acentuar mucho más la opresión a cualquier opción política distinta. En la actualidad, pone sobre la mesa la necesidad de advertirnos sobre cómo el mensaje del fascismo está calando en generaciones desinformadas que, sin embargo, creen estar bastante bien documentadas gracias a las redes sociales. Lo que nos rodea a día de hoy se puede diferenciar el movimiento dirigido por Mussolini en las vestimentas, ceremonias… pero el objetivo es exactamente el mismo: terminar con la democracia y la posibilidad de que exista una sociedad más justa, libre y participativa.

A la hora de llevar a cabo comparaciones entre sociedades con el fin de comprender el auge de la extrema derecha en nuestros días, el artista italiano se aleja de la ridiculización facilona y evidencia su talento mostrando una depurada técnica clown para hacernos reír a lo grande con carcajadas que, a veces, se nos congelan en el rostro. Yo, Mussolini se desarrolla en dos partes claramente diferenciadas, en la primera de ellas tiene presencia el payaso, provocando risas a todos los espectadores y espectadoras, dando lugar a los momentos más hilarantes del espectáculos, hasta que se metamorfosea en un estilo más provocador y crítico. No voy a desvelar nada más, por miedo a estropear alguna que otra sorpresa.

Qué necesario es ese teatro que, además de entretener, supone una herramienta dinámica y participativa que fomenta la reflexión y el espíritu crítico. Utilizando las representaciones como espejos de lo que nos rodea, se consigue crear y abrir un espacio de alternativas para la construcción de un mundo con más compromiso y conciencia social. Las ideas que sobrevuelan el patio de butacas del Teatro del barrio nos estremecen, nos golpean y nos perturban pero, sobre todo, nos avergüenzan. Porque en un montaje como este cabe todo el talento y el compromiso social y político de Leo Bassi.

La puesta en escena también es maravillosa, con una escenografía funcional y acertada consistente en un atril, banderolas y una pantalla sobre la que se proyecta en determinados momentos. Todo esto se sustenta también con la delicada iluminación que tamiza toda la obra de una textura cambiante que se coordina a la perfección con el espacio sonoro para dotar a Yo, Mussolini de certeza y precisión.

En definitiva, una sociedad sin memoria es una sociedad a la que le falta algo fundamental. Bassi sabe hacernos reír y pensar gracias a este texto que transita entre el clown y la más cruda realidad.

Por cierto, las elecciones está a la vuelta de la esquina.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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