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08.05.2023 Críticas  
¿Cómo era…?

Llega, a Nave 73 de Madrid, El banquete de La Ferviente Compañía. Inspirada en el texto de Platón, una reunión de amigas que, de resaca, intentan reconstruir la noche de anoche, aunque esto no esté pasando mas que en la cabeza de alguien que no estuvo allí.

Apolodoro (Tony Galán) no estuvo allí. A él le contaron que en casa de Agatón (Carolina Neka), tras celebrar su éxito ante 30.000 personas, se reunieron Fedro (Leyre Morlán), Alcibíades (Reyes García) y Sócrates (Carmen Adrados), y que asistidos por un Esclavo (Eneko Larrazabal), comieron, bebieron, tomaron notas, perrearon hasta el suelo, y filosofaron toda la noche. ¿O no fue así? Quizás hay que empezar desde el principio porque algo no encaja en ese recuerdo que alguien le dijo que había pasado pero en el que algo no encaja.

El banquete es la cena de gala que La Ferviente Compañía sirve tras esa prueba de menú que degustamos el pasado verano en la Sala exlímite, y que era ese Excusas para subir al cielo, un honesto work-in-progress en el que estaba todo lo que ahora podemos disfrutar. Una espectacular escenografía de Pablo Chaves en rojo y blanco, quien también viste al elenco, es el cocktail de bienvenida perfecto para todo lo que se viene por delante porque, SE VIENE. Diseño de luces del siempre perfecto Álvaro Guisado y el espacio sonoro de Adrián Pulido, Pablo Sánchez y Juan Sánchez, ofrecen la ambientación perfecta para un dispositivo escénico fabricado con el mimo y la implicación que solo en las salas OFF se gesta, salvo muy contadas excepciones, y que no sería nada aventurado anticipar que El banquete dará el salto en las próximas temporadas a un teatro estatal, como ya ha ocurrido con Cucaracha de Javier Ballesteros (también mostrada en Nave 73).

El banquete, con dramaturgia de Tony Galán y dirección de Adrián Pulido, es una máquina perfecta engrasada por las palabras del texto de Platón y con el combustible del talento y la inteligencia de la compañía, quien con esta puesta de largo, en la que puedo apreciar todas las referencias de las que beben, y marcan el carácter de la trayectoria que les queda por delante. Lo que fue El mal querer de Rosalía, posiblemente el TFG con más éxito de la historia, es El banquete para La Ferviente Compañía, quienes no dejan de haber salido de la Escuela Nave 73 hace nada.

He querido plantear un juego a les chiques de La Ferviente en el que les pedía saber quién soy yo para elles y/o cuál puede ser mi legado. De la impronta de cada uno, el cómo nos ven los demás, contrapuesto al cómo somos, algo que únicamente y en primera persona debería expresarse, pero que en realidad nunca podrá enunciarse en términos objetivos, porque ni nosotres mismos lo somos; si queremos dejar algo nuestro, aparte de la huella de carbono, o si alguien hablará de nosotras cuando hayamos muerto es de lo que va El banquete. El texto y los discursos finales, en un interesante giro del germen del proyecto, son compartidos al público abandonando el personaje que han interpretado, pero arrastrando lo que del mismo, cada uno de ellos, ha terminando asimilando como propio. Si, Carol no es Agatón, pero construyendo su personaje, y con lo poco que sabemos de los personajes históricos, ha llegado a ese «buah, es que soy yo literal» con el que puedo identificarme hasta yo con un meme o viendo Succession.

Para La Ferviente soy ese amante teatral (y del teatro) que les visita y acompaña en las noches de función desde antes de ser fervientes. Mis palabras les acompañan con generosidad, interés y cariño desde su primer montaje como actrices en formación. Sentado a su mesa, ahora que han echado a andar, era inevitable. Agradecen que les de la mano.

Que mi mirada sea mi legado, que mi presencia en una sala sea reconocida con un guiño o un movimiento de cabeza por alguien a quien admiro y adoro mirar; que mi opinión (de mierda) quiera ser leída o escuchada, o dar un abrazo en una celebración y recibirlo sincero, pues yo considero que ya estaría, mi paso por este lugar so called planeta Tierra, ya ha merecido la pena.

O espera, ¿cómo era?, quizás debo empezar desde el principio.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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