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20.04.2023 Críticas  
Elegante despertar

Romeo y Julieta despiertan… en el Teatro Español de Madrid con la solidez interpretativa que dos grandes como Ana Belén y José Luis Gómez aportan a esta versión del clásico. Con dramaturgia de E.L. Petschinka y dirección de Rafael Sánchez asistimos al encuentro de los dos amantes después de un largo sueño que dura cincuenta años.

Este es el sugestivo punto de partida que nos propone el montaje. Tras el veneno no llega la muerte, sino una larga ensoñación de la que Romeo y Julieta despiertan muchos años después. Sin embargo, el tiempo no ha transcurrido gratuito y se muestra inclemente sobre sus cuerpos. No hay rastro de los jóvenes adolescentes de 13 y 14 años. Las canas blanquean la larga melena de Julieta y han arrasado la memoria de Romeo, que se enfrenta a una pared blanca en su recuerdo. Pese a estar uno frente a otro solos en una fría cripta, no se reconocen. Para Julieta han pasado apenas unos días. Se despierta con la agilidad y la ilusión de la joven que espera reencontrarse con su amante, al que sin embargo no es capaz de identificar en los rasgos del hombre aturdido que se encuentra a su lado.

A partir de esta premisa, Petschinka nos enfrenta a un despertar agridulce. Ambos amantes disponen de una última oportunidad para disfrutar el amor, pero deberán asumir que la vida ha transcurrido sin ellos. Con este planteamiento la obra podría haber transformado el final trágico de Shakespeare en otro igualmente amargo, sin embargo la trama elude el dramatismo y mantiene un pulso regular con una comedia de límites sutiles. Los principales eventos de la tragedia aparecen en el montaje como episodios evocados por Julieta. De esta forma la historia original cohabita con la versión y breves interrupciones musicales o guiños metatreatales suavizan las transiciones. La propuesta es original pero funciona solo parcialmente. El ritmo no termina de fluir y resulta confuso.

No obstante, este problema de estructura lo equilibran tres interpretaciones magistrales y una excelente dirección. Ana Belén y José Luis Gómez, nos ofrecen escuela, experiencia y talento a raudales. Es un auténtico privilegio asistir a lecciones interpretativas como ésta. Ana Belén muestra ligereza, elegancia y sorprende en las escenas más cómicas. A su lado José Luis Gómez tiene la desventaja de un personaje dibujado desde el texto con imprecisión. La falta de recuerdos y la actitud perdida de Romeo obligan al actor a trabajar en el matiz y la fragilidad, pero en ese terreno gana con una expresividad sutil y emocionante.

Completa la terna José Luis Torrijo que, con un papel secundario y múltiple, logra brillar en cada escena sin que su presencia llegue a esta mínimamente eclipsada por los dos colosos que le dan la réplica. Es divertido, carismático y muestra destreza singular en el lenguaje corporal.

El elenco se cierra con Irene Rouco al violoncello y David San José al piano, que es también el responsable de la dirección musical. La apuesta por la interpretación y voz en directo aportan gran profundidad y una oportunidad inesperada de escuchar a Ana Belén en escenas de lograda belleza en las que luz y escenografía suman con especial intensidad.

Tanto Ikerne Giménez, autora del diseño del espacio escénico, y Carlos Marquerie al frente del diseño de luces apuestan por una escena minimalista y versátil con un efectista uso de la luz en la que se sugieren arquitecturas y los pocos elementos actúan como narradores con cierto poder hipnótico. Las imágenes que ambos construyen, tanto en las sombras de la cripta o en las evocadoras columnas, resultan de una plasticidad clásica.

Romeo y Julieta despiertan… es una propuesta diferente para revisitar un clásico y reivindicar el amor al final de la vida. Solo podemos desear a ambos amantes, y a sus actores, un longevo despertar para disfrutar de esta producción elegante, reflexiva y original que, si bien peca de algo para alcanzar el sobresaliente, resulta en conjunto y, fundamentalmente en su parte escénica e interpretativa, notabilísima.

Crítica realizada por Diana Rivera

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