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16.10.2014 Críticas  
La inocencia de un beso bajo el punto de mira

¿Un hecho aparentemente inocente, una muestra de cariño malinterpretada o todo lo contrario; un hecho malvado, reprobable y fruto de una mente enferma? Esta interesante cuestión se le plantea a cualquiera que acuda al Teatro de la Abadía a ver EL PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES.

El texto del autor catalán Josep María Miró que cosecho éxitos de crítica y público en la temporada 2012 en la ciudad condal llega por unas semanas a Madrid.
La premisa es aparentemente sencilla, un entrenador de natación da un beso a uno de sus pequeños alumnos, hasta ahí todo es normalidad; la montaña rusa de juicios, interpretaciones, dudas y sentencias empieza a partir de ese momento. ¿Ha sido un beso inocente? ¿Había intención morbosa en ese acto? ¿Estamos ante un pedófilo al que hay que señalar y aislar? ¿Debemos juzgar ese hecho? ¿Estamos tan enfermos que no somos capaces de ver un hecho inocente sin pensar mal?

La estructura de la obra, con constantes idas y venidas en el tiempo, nos permite ir conociendo detalles de los personajes y, de forma asombrosa, nuestra percepción del hecho en cuestión va modificándose a medida que conocemos las vidas de los personajes implicados.

La escenografía juega con esa ambivalencia y los mismos hechos discurren idénticos en distinta posición del escenario lo que permite que veamos todos los ángulos de la situación y nos permite fijarnos en detalles que quizás hayan pasado desapercibidos. Quizás ese planteamiento desordenado de los acontecimientos despiste en algún momento, pero aun así las bases de la historia están bien fundadas y las dudas planean sobre la platea.

Los cuatro actores están correctos, a destacar la interpretación de Roser Batalla en el papel de directora de la piscina que verbaliza muchas de las dudas e inquietudes que en esos momentos pasan por nuestras mentes.

Al final queda patente que a pesar de estar más conectados que nunca en realidad no conocemos nada de las vidas de nuestros compañeros de trabajo o de aquellos a quienes consideramos nuestros amigos y que basta una chispa para provocar un incendio que puede acabar con la reputación de cualquiera de nosotros.

Triste mundo hemos transformado en el que hasta un beso es juzgado. EL PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES es un buen ejemplo de teatro que deja cuestiones en las que reflexionar.

Crítica realizada por @mcalabau

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