El tierno y aclamado largometraje que emocionó al mundo en 2004, Los Chicos del Coro, presenta su versión en musical en el Teatro de La Latina de Madrid. Un espectáculo que conmueve y derrite corazones a partes iguales mientras escuchamos las preciosas canciones de la película adaptadas al español. Toda una delicia.
Les choristes (o como se llamó en España, Los Chicos del Coro) es una película francesa del 2004 de los géneros drama y musical dirigida por Christophe Barratier. Con guión del mismo Barratier y Philippe Lopes-Curval, el film está basado en otra película de 1945, La Cage aux rossignols (La jaula de los ruiseñores), con guión adaptado por Noël-Noël y René Wheeler a partir de una historia de Wheeler y Georges Chaperot y dirigida por Jean Dréville.
Situada en 1949, Los Chicos del Coro trata la historia de Clément Mathieu, un profesor de música en paro que empieza a trabajar como vigilante en un internado de reeducación de menores. Especialmente represivo, el sistema de educación del director Rachin apenas logra mantener la autoridad sobre los alumnos difíciles. El mismo Mathieu siente una íntima rebeldía ante los métodos de Rachin y una mezcla de desconcierto y compasión por los chicos. En sus esfuerzos por acercarse a ellos, descubre que la música atrae poderosamente el interés de los alumnos y se entrega a la tarea de familiarizarlos con la magia del canto, al tiempo que va transformando sus vidas para siempre.
El musical que se presenta sobre las tablas del Teatro La Latina tiene todo lo que maravilló al público en la película. Sensibilidad, escenarios idílicos, historias cercanas, instantes divertidos y, claramente, momentos que nos harán encoger el corazón llenos de música. Una música que ha sido adaptada por Rodrigo Álvarez, Nicolás Martín Vizcaíno y Luz Fernández de una forma delicada; manteniendo la esencia de la película y acercando al público español las letras originales con una traducción fidedigna de la mano de Pedro Víllora. Si eres fan de la banda sonora de la película, no te preocupes, podrás escuchar alguna de ellas en versión original en algún momento de la función. Junto a ello, destacar el diseño de sonido de Javier G. Isequilla; perfecto para el disfrute.
Siguiendo en la parte técnica, destacar el diseño de escenografía de David Pizarro, exquisitamente Francés, y el diseño de iluminación de Juanjo Llorens. Ambos son una apuesta segura para cualquier espectáculo que se precie y nunca decepcionan. Todo un cúmulo de perfecciones en detalles que no dejan hueco a la imaginación a la hora de trasladarnos literalmente a la escena. ¡Bravo! Con ellos, destacar también el vestuario de Iria Carmela Domínguez y la caracterización de Silvia Lebron-Rojas, muy bien situados en la época y en contexto en el que se desenvuelve la historia.
En la dirección de actores, Juan Luis Iborra realiza un papel excelso para marcar este tempo tan de película independiente francesa pero adecuado a los registros del teatro musical. Junto a él, y dirigiendo a cuatro músicos (Isabel Fernández, Adrián Merchán, Rebeca García y Luz Fernández) encontramos al maestro Rodrigo Álvarez.
En lo que a las interpretaciones actorales se refiere, indicar que el elenco de niños que nos tocó ese día fue extraordinario. Cada uno/a de ellos/as tiene un control vocal exhaustivo que nos hace sorprendernos gratamente cada vez que inician una canción. El momento álgido es cuando Mathieu les hace la prueba de tesitura vocal, algo que hace que los jóvenes actores den rienda suelta a su diversión y lo disfrutemos con ellos. No hay momento en el que aparezca uno de estos pequeños genios y no nos gane.
En la parte de los adultos, Jesús Castejón es el perfecto Clement Mathieu. Su entrañable y comprensivo personaje entra rápidamente en un aprendizaje continuo y, realmente, nos arrastra con él. Pocos intérpretes consiguen arrastrar al público tan fácilmente para llevarlo a su terreno y Castejón lo hace aparentemente fácil. Lo mismo le ocurre a a Antonio M M como Maxence; cuyo entrañable personaje nos gana rápidamente.
Esa noche disfrutamos de Enrique R. del Portal como Director Rachin. Inflexible y con mano de hierro, Rachin no duda en ser un dictador para los chicos de Fondo del estanque. Sí, parece que él ha tocado fondo (y nunca mejor dicho) siendo el director del centro y, realmente, lo sentimos desde el primer minuto en el que el personaje aparece en escena. Sus métodos son cuestionables pero la interpretación de Enrique no lo es en absoluto. Vivimos por verle aparecer en escena con su pose desafiante y disfrutar siendo el malo de «la película». Querría destacar el momento de desquicio que sufre su personaje y cómo él lo lleva a cabo en un in crescendo que nos mantiene en vilo hasta que la Profesora Langlois (Eva Diago) sentencia con su frase.
Y es que siempre, y remarco siempre, es una delicia disfrutar del aplomo y la seguridad que Eva Diago irradia en las tablas. Como profesora de matemáticas la tenemos algo perdida en su inicio (aparece poco) pero, una vez la historia avanza, vamos conociendo un poco más a su personaje y nos demuestra que su carisma es perfecto para el papel. Un papel al que le hace justicia y que nadie puede ensombrecer.
Junto a ella, y como otra apuesta segura en el musical (aunque en esta obra casi no cante), disfrutamos de Natalia Millán. Su ternura es perfecta para encarnar a Violette Morhange, la madre de Pierre Morhange. Cada vez que aparece en escena, Natalia irradia una luz de amor y tranquilidad que se gana al público. Es, más o menos lo mismo que ocurre con Jesús Castejón como Mathieu. Ambos son perfectos para los personajes que interpretan y atrapan al público de una manera muy cercana. Nos podemos identificar con sus historias, con sus vivencias, con sus pensamientos…
Por último, me gustaría destacar el papel más complejo de todos, Mondain, interpretado por Iván Clemente. Un papel que no disfrutamos desde su inicio pero que, una vez el personaje aparece en escena, necesita una fuerza tan grande para arrastrar al público hacia su historia y derivarla de la principal que solo un actor con una personalidad arrolladora como Iván Clemente podría conseguir.
Los Chicos del Coro, El Musical es un espectáculo que, si eres fan de la película, no te decepcionará. Es más, la encumbrarás aun más disfrutando de un musical en directo con grandes actuaciones y voces sublimes. Y, si no eres fan de la película o no la conoces, ten en cuenta que al salir del teatro lo primero que harás será buscarla en alguna plataforma para verla (aviso que está incluida en las suscripciones de Amazon Prime y Disney+) porque una historia como esta hace que quieras repetirla constantemente.
Crítica realizada por Norman Marsà