Tres días se ha podido asistir al estreno de la residencia artística de Eskatón en Réplika Teatro – Centro Internacional de Creación de Madrid: Ejercicios militares para confundir éxtasis con agonía, con autoría de Miguel Deblas y George Marinov. Tres días, tres ejercicios en dos actos donde los límites son explorados y presentados frente a una audiencia.
«Ejercicios militares para confundir éxtasis con agonía aborda el peligro que supone desmantelar al cuerpo del discurso. Es decir, el peligro que alberga el encuentro sexual entre dos o más cuerpos. Desde el mero desencuentro hasta la violencia más cruenta. En este encuentro los cuerpos se ofrecen los unos a los otros, permiten ser tocados, penetrados, invadidos, golpeados, lacerados. Las representaciones oficiales del sexo y las herramientas políticas que les rodean pretenden crear la ilusión de un mundo donde ese peligro desaparece, mediante normas, categorías y contratos. Aquí, sin embargo, el teatro constituye un paralelismo con el encuentro sexual, un encuentro cuerpo a cuerpo, donde el peligro es potencia. Exaltar ese peligro es exaltar la potencia. Aquella que posibilita el cambio de forma, de figura, la metamorfosis. aborda el peligro que supone desmantelar al cuerpo del discurso. Es decir, el peligro que alberga el encuentro sexual entre dos o más cuerpos. Desde el mero desencuentro hasta la violencia más cruenta. En este encuentro los cuerpos se ofrecen los unos a los otros, permiten ser tocados, penetrados, invadidos, golpeados, lacerados. Las representaciones oficiales del sexo y las herramientas políticas que les rodean pretenden crear la ilusión de un mundo donde ese peligro desaparece, mediante normas, categorías y contratos. Aquí, sin embargo, el teatro constituye un paralelismo con el encuentro sexual, un encuentro cuerpo a cuerpo, donde el peligro es potencia. Exaltar ese peligro es exaltar la potencia. Aquella que posibilita el cambio de forma, de figura, la metamorfosis.», según manifiesta la agrupación en su web presentando la propuesta.
La sala blanca, cubierta con un telón blanco que permite ver la distorsión de los tres cuerpos en escena (Júlia Solé, Miguel Deblas y George Marinov), tras la proyección de su consentimiento a ser manipulados, penetrados, bombeados y pulverizados en escena. Los cuerpos serán acompañados en escena por el espacio sonoro de Cristina Manuela y por el Sound Destruktor Víctor Heitzmann, que enmarcarán la dramaturgia de Miguel Deblas, un texto que narra la dificultad de enfrentarse al día a día, a la vida misma, y a la sumisión del sujeto privado de voluntad desde la concepción.
El cuerpo equiparado a la identidad, a la tristeza como ser mas que como un estado: ser triste, ver triste, tener tristeza. Ser un algo sometido al destino, al no tener la certeza de saber si se es o se está; «esperando un cambio (…), algo que modifique mi vida completa». El cuerpo es una industria de desechos cuya fuerza motriz es el deseo, un vigor mecánico que hace salir del aturdimiento de la involuntaria existencia pero cuyo funcionamiento se rige por un rutinario movimiento que, una vez se repara en él, le aboca nuevamente a uno al absurdo y lo insustancial de la existencia.
El muy interesante el planteamiento de que la imagen es un desecho, como la autoimagen que podemos ver reflejada en un espejo o en otra imagen: «(…) el órgano de mi pensamiento empieza a generar una imagen bochornosa y desagradable, una especie de retortijón gráfico, un espanto, un espejo.» Yo mismo reconozco este mirarse, este mirarme y no reconocerme o reconocerme como algo difícil de mirar o asimilar.
Ejercicios militares para confundir éxtasis con agonía es lo más arriesgado y radical que llevo visto este año, muy próximo a las tripas y la sobrexposición de Marina Otero, que ya pasó por Réplika Teatro con Love Me. Esta propuesta perfomática de Eskatón apoyada en un texto tan potente cobra una dimensión totalmente distinta a la imagen o la impresión de las palabras; la manipulación de George Marinov en escena, sometido a la máquina y a la distorsión de sus palabras, así como el silente comienzo del Ejercicio 2, con Júlia Solé; o la suspensión de Miguel Deblas en su ascenso a la montaña son todo un statement que aún resuena en mi cabeza y en mis retinas. Los cuerpos sometidos a ciertos extremos que provocan la muerte de la máquina, o un éxtasis artificial y extremo que lleva a esta a sangrar, o desangrarse, siendo esto lo más Cronenberg que el mismo Cronenberg podría haber concebido para la escena.
Eskatón somete a la audiencia a estos mismos ejercicios, cuya permanencia en la sala o hasta el no mirar hacia otra parte es un cuarto ejercicio que no está escrito, sino que debe ser vivido. Ejercicios militares para confundir éxtasis con agonía es una propuesta que no me atrevería a recomendar mas que a todo aquel espectador que miraría tras la puerta del lagarto negro en el Magical Girl de Carlos Vermut, ya que uno abandona la sala con el cuerpo marcado tras el spanking escénico ideado por Deblas y Marinov.
Crítica realizada por Ismael Lomana