Sobre la base de una pequeña historia, un viaje de ida y vuelta, el actor argentino Héctor Alterio nos trae de vuelta los recuerdos y vivencias a través de la poesía y la música. A Buenos Aires, dirigido por su mujer, Ángela Bacaicoa, se representa en el Teatro del Barrio de Madrid los viernes 10 y 17 de marzo antes de cruzar el charco.
Regresa Héctor Alterio a Buenos Aires, la ciudad que vio nacer a uno de los argentinos con más proyección internacional dentro del panorama de las artes escénicas y de la que tuvo que despedirse cuando la organización terrorista Triple A lo incluyó en una lista negra. Deambuló en su exilio madrileño mientras tuvo que acomodarse a otros escenarios y cambiar su acento, enfrentándose al dolor que supone estar lejos de casa. Con la necesidad de sentirse arropado, buscó cobijo en los poemas de León Felipe que también era un hombre de teatro y exiliado político. Se convirtió en un trovador, recorriendo el país, recitando estos versos para descargar todo lo que llevaba a cuestas.
En este espectáculo, Héctor recita tangos y va uniendo con mucha delicadeza la emoción de todos estos años entre León Felipe, Catulo Castillo, Piazzolla, Horacio Ferrer, Hamlet Lima Quintana y Eladia Blázquez. La poesía no es una planta medicinal ni tampoco es un producto creado artificialmente en un laboratorio; sin embargo, la poesía es ese antídoto imprescindible para sanar el desasosiego en este mundo repleto de violencia y soledad. Casi como un confidente, en este viaje a la memoria, lo acompaña musicalmente Juan Esteban Cuacci desde el piano; no sólo sigue los diferentes momentos de A Buenos Aires sino que tiene una personalidad, fuerza y atractivo que nos lleva a enamorarnos aún más de lo que sucede sobre las tablas. ¡Todo un lujo de partitura e interpretación!
Con su complicidad y cariño, ambos dominan la obra. Los susurros y los silencios captan e hipnotizan al público que no tiene más remedio que ponerse en pie al final de la misma, atrapados por la magia de ambos intérpretes que, en realidad, no interpretan sino que realmente lo viven porque el teatro es cercanía con los espectadores y espectadoras, una experiencia llena de reciprocidad en la que se reparte la energía entre el escenario y el patio de butacas. Inevitablemente, se da una conexión profunda gracias a la acogedora sala de este teatro que, por su características, propicia intimidad y cercanía -que se amplía con la bebida que comparten espectadores y artistas en el bar al final del espectáculo, como excusa para intercambiar comentarios sobre lo que acaba de tener lugar- sin estridencias ni trucos escondidos bajo la manga.
En cuanto a la escenografía, tiene una composición de corte minimalista. Tres sillas, tres atriles y tres mesas sirven a la perfección para narrar cada palabra y, además, con gran belleza. Lo mismo se puede decir de la iluminación que acompaña en este viaje lleno de tonalidades en las que predominan las de color apagado.
A partir de la variedad de formatos, cualquier pretexto es útil para comprender la poesía como ese instrumento social y humanizador del que solemos prescindir en nuestra cotidianidad. Una manera de plasmación de temas, emociones y sentimientos que permanecen eternos y que vinculan a todas las épocas y a todos los lugares del mundo. Ahí radica el valor de los versos.
En definitiva, A Buenos Aires es una auténtica delicia y placer para todos los sentidos. Con una complicidad absoluta con Juan Esteban Cuacci al piano, esta obra única y especial nos ofrece la oportunidad de sentir muy de cerca a uno de los actores más destacados de las últimas décadas. Larga vida a la familia Alterio – Bacaicoa.
Crítica realizada por Patricia Moreno
