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01.03.2023 Críticas  
El arte, una pasión infinita

El pasado 15 de febrero se estrenó Lorca por Saura en el Teatro Infanta Isabel de Madrid; última obra dirigida por Carlos Saura, tras su muerte el pasado día 10 de febrero de 2022. Escrito por Natalio Grueso, el espectáculo sigue la vida de Federico García Lorca a través de la narrativa de una mujer contemporánea.

Natalio Grueso ha realizado un trabajo excelente confeccionando un texto cargado de realidad que, por supuesto, tiene una buena fuente de documentación. Y, lo que es más importante, a pesar de que todo gira en torno a Lorca, el verdadero protagonista de la obra es el amor al arte. Es ese amor lo que nos motiva a crecer y a desarrollarnos en nuestro día a día. Tomando como base la figura del poeta granadino, Saura crea un espectáculo teatral en el que engloba las disciplinas artísticas que ha cultivado a lo largo de su historia: la fotografía, la música, la pintura, la danza y el cine. Todo hilvanado con esmero y con un exquisito cuidado que se disfruta durante los cien minutos que tiene de duración.

Después de subir el telón, y a modo de presentación, observamos a Lorca junto a sus padres, a los que interpretan Alberto Amarilla y Saturna Barrio. Después, tras la marcha del granadino a la Residencia de Estudiantes de Madrid, ambos actores representan a otros personajes que forman parte del entorno de Federico. Alberto Amarilla despliega un arsenal de matices, registros y emociones y destaca especialmente en su actuación como Salvador Dalí gracias a esa intensidad de los momentos en los que su cuerpo es protagonista. El actor cacereño eleva el nivel y aporta un talento que se agradece. Por otro lado, Saturna Barrio derrocha clase y temperamento con una interpretación que va de menos a más y está cargada de tonalidades.

He dejado para el final a India Martínez, el alma de este montaje, que realiza un fabuloso trabajo. Es muy hermoso escucharla cantar tan de cerca y ver cómo va plasmando ese amplio abanico de emociones y sentimientos de Federico García Lorca a través de la voz, de las miradas, de cada uno de sus gestos y cada uno de sus movimientos. La cantante consigue lo más complicado, que no veamos a India Martínez en ningún momento; tampoco a un hombre o una mujer, sino a uno de los poetas más brillantes de la historia de nuestro país. Me gustaría aplaudir su gran capacidad vocal, fiel a su estilo, que nos hace emocionarnos escuchando esa poderosa voz que aún hoy me hace vibrar. Solamente añadir que, a nivel actoral, todavía está por desarrollarse y madurar pero se notan los esfuerzos por dar lo mejor de sí misma interpretativamente hablando.

Desde el primer momento, la obra tiene un ritmo ágil, resuelto, que combina los diálogos de los personajes con las canciones y las fotografías. Todo ello facilita que el espectador se introduzca de lleno en el esplendor de libertad y cultura de aquellos años. Otro de los puntos fuertes del montaje es la música en directo que corre a cargo de Antonio Bejarano. A medida que la protagonista va narrando su historia, el piano la acompaña con diferentes melodías para enfatizar o contextualizar cada uno de los episodios de la vida de Lorca. El músico logra una combinación apasionante de poderío y exquisitez que se traduce en una ovación cerrada de todo el patio de butacas.

Sin olvidarnos, por supuesto, del fantástico diseño de luces y las videoproyecciones de vital importancia para esta obra. En el apartado técnico y artístico, Lorca por Saura es un montaje portentoso en el que todo está cuidado al milímetro. Se nota el minucioso trabajo de planificación que hay detrás.

Sobre las tablas del Teatro Infanta Isabel nos brindan una obra intimista y delicada, desbordante de belleza y buen gusto.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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