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01.03.2023 Críticas  
Historia de un hijo de verano

Un año después de su estreno en la Sala Tallers del TNC de Barcelona llega al Teatro de la Abadía de Madrid, El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca, de Xavier Bobés y Alberto Conejero, a partir de textos de las niñas y niños de la escuela de Bañuelos de Bureba, de su profesor Antoni Benaiges, Marina Garcés y Alberto Conejero.

En 1934 el maestro Antoni Benaiges (Sergi Torrecilla) llega a la escuela de Bañuelos de Bureba dispuesto a aplicar la técnica Freinet, impulsando la introducción de la imprenta en la escuela y defensora de una pedagogía que “escucha a los niños, se inspira en sus descubrimientos, les pone en contacto con la naturaleza y da valor a las capacidades de cada uno”. Solo dos años pudo Benaiges desarrollar su actividad y ofrecer una ventana y promesa al mar: en julio de 1936 es fusilado y enterrado en la fosa de La Pedraja, donde se halló el primer corazón conservado en una fosa de la Guerra Civil.

El mar propone un paseo por los objetos y la palabra, de la mano de Xavier Bobés y Sergi Torrecilla, siguiendo los pasos del maestro Benaiges a través de su legado: su recuerdo, sus cuadernos y las imágenes que de él se conservan. El espacio escénico de Pep Aymerich, el diseño de arte de Anna Auquer, los audiovisuales de Albert Coma, el espacio sonoro de Julià Carboneras y la iluminación de Jou Serra y Mario Andrés Gómez convierten a la audiencia en testigos y parte del universo de Benaiges en Bañuelos de Bureba: compañeros en el viaje a través de España, alumnos de su curso, y testigos de su detención, tortura y muerte.

La cadencia en la enunciación de las palabras de Sergi Torrecilla se sienten como la leve presión de una mano que nos guía por este viaje emocional de los dos últimos años de Antoni Benaiges. Hay didáctica, hay escucha y hay emoción en la tonada de sus palabras y en su movimiento por la escena. Alberto Conejero junto a Xavier Bobés consiguen con su dirección iluminar un retrato oscurecido por lo que acontece pero alumbrado por el brillo y la calidez de la vocación de Benaiges. La labor de Xavier Bobés como insuflador de vida de los objetos, haciendo que de ellos se desprenda toda la biografía en ellos contenida es toda una experiencia y una labor de interpretación apenas practicada y tremendamente evocadora; es un lujo poder presenciar algo tan delicado en directo.

La dramaturgia de El mar es un mecanismo aparentemente tan sencillo, máxime cuando uno conecta con toda esa vida y el período tan luminoso previo a la Guerra; pero con unos resortes incendiarios que provocan el estallido de los lagrimales ya sea de forma instantánea o de apertura retardada como la que L. sufrió tras poner un pie en la calle. La historia de Antoni Benaiges acompaña tras abandonar la sala, como ya hizo Alberto Conejero con La piedra oscura y Rapún, o como el Antonio Rojano en el proyecto transmedia de Antonio Rojano y El libro de Toji; vidas interrumpidas cuyo legado sobrevive y en nosotros está el deber honrar, agradecer y nunca olvidar.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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