Locos llega a los Teatros Luchana de Madrid todos los jueves de febrero. Nacho Hevia y Richard García Vázquez mantienen el pulso dramático de esta obra que explora los límites de la lucidez y la fragilidad de las emociones.
Dos hombres se enfrentan de muy diferente forma a la sala de espera de una consulta psiquiátrica. Entre ambos existe una evidente distancia emocional que serán capaces de salvar para construir un diálogo en el que sus respectivas personalidades aflorarán de forma natural. Conversarán sobre los límites difusos de la cordura, sobre la familia o el trabajo para mostrarnos finalmente a dos hombres en las antípodas existenciales que comparten un común sentimiento de vulnerabilidad.
José Pascual Abellán concibió esta obra inicialmente para dos mujeres. Locas fue un rotundo éxito durante doce años contando con adaptaciones internacionales y cinematográficas. Sin embargo, la lectura masculina que nos presenta esta versión, dota a los personajes de aristas más agudas. Por un lado, la depresión o la inestabilidad emocional han sido tradicionalmente un estigma femenino. Por ese motivo, el reconocimiento que hacen ambos protagonistas sobre su propia fragilidad resulta sin pretenderlo transgresor. De otro lado, el concepto de éxito o fracaso vital, que subyace en la obra, tiene una dimensión más competitiva desde la perspectiva masculina lo que pondera el mensaje final.
El texto que nos platea José Pascual Abellán es sólido pero sobrio. Aunque fluye ágil en la construcción de las emociones deja en los actores y en la dirección todo el peso dramático. Esta responsabilidad la asume en la dirección Eva Egido Leiva con gran destreza. Experta en matizar los duelos interpretativos, como pudimos disfrutar hace dos temporadas en Garbage, Eva nos plantea una escena de mirada limpia en la que los personajes evolucionan de forma orgánica. Para ello cuenta con las interpretaciones soberbias de Richard García Vázquez y Nacho Hevia que esquivan todo tópico para ofrecernos dos personajes vivos y sinceros.
Richard García Vázquez nos ofrece un Feliciano enormemente tierno con una construcción física perfecta: movimientos suaves, recogimiento y sutileza. Todo en él transmite bondad, serenidad y resignación. Conduce los tiempos con esmero para que sus intervenciones resulten divertidas de una forma entrañable. Logra, en definitiva, que sintamos una simpatía genuina hacia su personaje.
Nacho Hevia se enfrenta al rol más ingrato. Su Gregorio es altivo, nervioso y por momentos desagradable. Sin embargo, Hevia sabe abrir las vías para aflorar las inseguridades que lo acechan y ofrecernos la complejidad de ese ser humano sin pisar lugares comunes o abusar de la frivolidad. La vulnerabilidad aflora de forma sutil y la inquietud física que despliega en escena se va tornando en obsesiva, hasta ofrecernos el arco completo, complejo y conmovedor de este personaje.
Locos es sin duda tan rica como lo sean sus interpretaciones. No hay subterfugios narrativos ni escénicos que permitan disimularlo. Es una obra tierna pero descarnada que brilla con la misma intensidad que lo hacen sus actores protagonistas. Por eso podemos decir que lo que hacen cada jueves en escena Richard García Vázquez y Nacho Hevia ilumina con luz propia los Luchana.
Crítica realizada por Diana Rivera