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08.02.2023 Críticas  
El rapto del Alma

La Fundación Siglo de Oro y Ernesto Arias versionan un clásico de José Valdivielso, El hospital de los locos. Esta peculiar adaptación de un auto sacramental estará en el Corral de Cervantes de Madrid hasta el 30 de junio.

José Valdivielso es uno de los nombres del Siglo de Oro español, poeta y dramaturgo que se dedicó a la vida clerial y cuyas obras están impregnadas de sus conocimientos y fervor teológicos. Sus autos sacramentales ya se interpretaban con éxito en el siglo XVI. Ya en los albores del XVII, formó parte de la corte literaria de Toledo que entonces conformaban Lope de Vega, Martín Chacón o Alonso Palomino, entre otros. Siendo a la vez capellán, publicó en 1622 Doce autos sacramentales y dos comedias divinas, entre estos autos se encuentra El hospital de los locos.

Esta obra, que combina lo culto y lo popular, desprende los valores religiosos del teatro aurisecular. La misericordia de Dios es la única vía de salvación a todos los pecados y vicios que tientan al Alma. A través de la Razón y la Inspiración se consigue ver con luz clara que la Gula, el Engaño y las Pasiones no son el camino para entrar en el seno de la Iglesia. Esta concepción eminentemente espiritual y religiosa de la vida nos pone de manifiesto qué mensajes buscaba el teatro y cómo estaba compuesta la sociedad del momento, hasta qué punto la religión dictaba la conducta.

En esta versión de Ernesto Arias se confeccionan unos personajes que escapan de la estética que se pueda presuponer leyendo el texto original. La sensualidad de los bailes, el deseo y las pasiones que se abren a la homosexualidad, y las salidas cómicas en algunos puntos de la actuación se entienden en el contexto del texto como algo natural, no desentonan dentro de este auto sacramental. El respeto al texto original, al mensaje y al lenguaje combinado con un diseño escenográfico y de vestuario más próximo a nuestros días permiten acercar un clásico de la dramaturgia a la contemporaneidad sin perjudicar la esencia de esta obra del Siglo de Oro.

Todos los intérpretes se coordinan a la perfección, tanto en sus declamaciones como en sus movimientos sinuosos. La mayoría de ellos encarnan más de un personaje a lo largo de la obra, algo que demuestra la agilidad con la que son capaces de mutar. Destaca la versatilidad de Ángel Ramón Jiménez, que pasa por la comicidad, lo oscuro y lo grotesco en su papel de Gula y San Pedro. En general, el elenco demuestra estar acostumbrado al teatro clásico y dan vida muy dignamente a este auto sacramental.

La ambientación y la luz también se convierten en elementos fundamentales. La iluminación es un personaje más que simboliza la oscuridad de la putrefacción del Alma, que ha sido raptada por los pecados, y la liberación de esta gracias a la Razón es luminosidad celestial, más aún cuando aparece en escena Jesucristo. Otro carácter importante, la musicalidad, presente en toda la función, ya sea a través de la declamación del texto o del cante de las oraciones y plegarias.

El Corral de Cervantes, con sus paredes de paja y sus sillas de mimbre, ya genera de por sí un clima acogedor de inspiración clásica y rústica. El hospital de los locos suma a esta ambientación el relato evocador de la perfección estética de la literatura áurea e, incluso, nos invita a una reflexión ya tomada desde nuestro tiempo presente. ¿Quién ha raptado verdaderamente al Alma? ¿Qué nos despoja de nuestra esencia y quiénes guían nuestra conducta?

Crítica realizada por Esperanza Hernándezc

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