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06.02.2023 Críticas  
Un retrato del capitalismo salvaje

El Teatro Pavón de Madrid albergará hasta el 19 de marzo Contracciones, una comedia de Mike Bartlett adaptada por Jorge Kent y protagonizada por Pilar Castro y Candela Peña. Una obra relata, desde la ironía y el humor, el acoso que sufre una empleada por parte de su jefa.

La necesidad de producir constantemente agota y acaba mermando otros aspectos de la esfera personal. Esto es lo que Contracciones presenta, una empleada a la que su jefa cada vez invade más la vida personal. La excusa para el acoso es la empresa, la consecución de los objetivos y el rendimiento económico están por encima de cualquier otra cosa, incluso de los hijos.

La presentación de la problemática arranca las risas por lo exagerado de la situación. En España, no es legal que las cláusulas de los contratos puedan interferir en la conducta sexual y sentimental de los empleados. Además, las primeras cuestiones que la jefa le reclama a la empleada resultan un tanto ridículas, esto lleva a la comicidad por la vía del surrealismo. Sin embargo, conforme avanza la acción, la función se torna más dramática y toma un tono más crítico.

El trabajo, más aún tras las últimas crisis económicas, se ha convertido en el foco principal de cualquier persona. «Vivir para trabajar» es el lema, el capitalismo ha creado una falsa necesidad de producción constante y ha derrumbado otras necesidades del ser humano. Se destruyen las bases de la pirámide de Maslow, te conviertes en una máquina de producción cedida a la empresa. Este es el fondo de la crítica que desprende el texto de Mike Barlett.

Candela Peña encarna a Emma, la empleada, y Pilar Castro a la jefa sin nombre conocido. Castro permanece distante, fría, apática e impasible a cualquier situación; transmite los valores del capitalismo del que hablábamos en líneas anteriores. Por su parte, Peña se mantiene en su registro cómico, aunque es capaz de aludir al drama de cara al final de la obra. Las dos actrices trabajan en cosonancia para conseguir la relación de dominación-sumisión de sus personajes.

La propuesta escénica, cargada de simbología, contribuye a dotar de significado al texto. Una mesa de grandes dimensiones que separa físicamente a jefa y empleada, ya separadas emocionalmente. El agua, el café y todos los elementos de «necesidad» se depositan en el lado de la jefa. Además, la obra se reparte en varios actos de corta duración, algo que dinamiza la acción y agiliza el paso de los acontecimientos. No obstante, la aparición en un trabajador con EPI acaba desconcertando y no termina de entenderse.

Una función completa en cuanto a su estructura y composición. Rápida, ágil, humorística, irónica y crítica. Sin convertirse en un discurso panfletario y sin, por el contrario, resultar indescifrable, consigue criticar el modelo laboral y económico imperante con el humor como hilo conductor.

Crítica realizada por Esperanza Hernández

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