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27.01.2023 Críticas  
Comedia ácida a ritmo indie para gente seria

Después de tres temporadas de éxito absoluto en Barcelona llega a la Sala principal del Teatro Español de Madrid, La importancia de llamarse Ernesto con dirección de David Selvas. Una comedia rotunda, ácida y muy divertida que nos ofrece una adaptación modernizada y musical de la obra de Óscar Wilde construida por un elenco espléndido.

La importancia de llamarse Ernesto es un vodevil profundamente victoriano que conserva, pese a ello, plena vigencia. Puede representarse hoy en día sin adaptación y su impacto se mantiene intacto. Las réplicas mordaces y afiladas de sus protagonistas siguen provocando la misma sonrisa inteligente y cómplice en el público actual. De igual modo, la frivolidad, los prejuicios y las hipocresías sociales y clasistas que retrata no han cambiado en más de un siglo. Sin embargo, alterar las formas puede mejorar un gran fondo y tomar ciertos riesgos a veces tiene grandes recompensas. Éste es el resultado que obtiene el montaje que nos propone David Selvas. Manteniendo el texto y el tono del original, rompe el ritmo para condensar la obra en dos extensos actos y se apoya en inserciones musicales para aligerar los parlamentos menos cómicos y realizar las transiciones. El resultado de esta apuesta creativa es un pieza ligera y muy fresca en la que el pulso de Wilde es intenso. Disfrutamos de sus personajes irónicos, de los juegos de palabras y los enredos de identidades inventadas y suplantadas, pero alejándonos de la sombra vodevilesca. Todo tiene un tono propio y singular que coquetea con los musicales indies y a veces con un tinte cinematográfico muy apoyado por el interesante diseño de vestuario que propone Maria Armengol.

Un elenco soberbio permite que esta propuesta brille con más intensidad. Todos sin excepción mantienen una calidad interpretativa y una comicidad notables. María Pujalte como Lady Bracknell es mordaz y elegante, elegantísima. Cada una de sus apariciones se convierten en un regalo que cautiva por completo nuestra atención. Pablo Rivero, interpretando al responsable y enamorado John Worthing, construye un personaje tierno y sutil, lleno de matices que resulta un complemento perfecto para el Algernon Moncrieff de Ferran Vilajosana, que nos ofrece un bon vivant, divertido, descarado y entusiasta de la vida, que derrocha energía.

Mención destacada y aparte merece el trabajo de las Paulas: Paula Malia y Paula Jornet; esta última además autora de las composiciones musicales. Ambas logran con una interpretación luminosa y muy lúdica que los dos personajes probablemente más planos de la obra adquieran un protagonismo propio. Su comicidad y la calidad musical de ambas es una sorpresa redonda. Cualquiera de sus intervenciones se convierte por derecho propio en una fiesta.

Por último, Albert Triola en un doble papel como el flemático Lane y el enamorado pastor Chasuble y la carismática y no tan estricta Miss Prim que construye Gemma Brió cierran este elenco orgánico y equilibrado.

La escenografía que ha pensado Jose Novoa también reclama cierta atención. Con inteligente y elegante simpleza resuelve la construcción de dos escenas, una urbana y otra rural, así como una transición entre ellas que David Selvas aprovecha para convertir en un número musical divertidísimo y fresco. Novoa también ha ideado una doble dimensión para un espacio único, a través del uso de una cristalera, que permite el desarrollo de un juego interpretativo a dos niveles que acentúa la comicidad de escenas inicialmente menos interesantes.

Es un verdadero placer tropezarse con montajes que respetan y honran obras universales para darles una profundidad y un color diferente. La importancia de llamarse Ernesto lo reúne todo: calidad, inteligencia y transgresión. Todo suma y todo importa en ella no solo su nombre o el de su autor. Lo que puede disfrutarse en el Teatro Español, por poco tiempo, por cierto, es personal, clásico, también contemporáneo y muy divertido. El éxito que cosechó en Barcelona eran sin duda un buen augurio pero se quedó corto, es todavía mejor.

Crítica realizada por Diana Rivera

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