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23.01.2023 Críticas  
Juventud, a mis años

El expresidente de la Generalitat se niega a aceptar los 80 años que acaba de cumplir, y hace un trato sobrenatural que le permitirá vivir de nuevo en un cuerpo joven. Esas son las bases de Júnior, la comedia de enredos que Joan Pera protagoniza en el Teatre Condal de Barcelona.

La colaboración entre Joan Pera y la dupla Joel Joan y Hèctor Claramunt salió de perlas con El pare de la núvia (2020). Si allí el referente de base era la famosa comedia de Hollywood de Spencer Tracy, que se volvía patas arriba con un posible caso de incesto, aquí la partitura suena más al Paco Martínez Soria de Hay que educar a papá y al choque generacional de Hair o Cuéntame. Con algo de relaciones incestuosas también en el aire, curiosamente.

Pera es puro Pera: lo que le han escrito y dirigido se adapta perfectamente a su estilo personal de comedia, trabajado y refinado durante décadas. Sabe provocar la risa con un gemido, una caída o una mirada, coloca las frases y las réplicas con precisión milimétrica y se adapta tanto a los ritmos del vodevil como a la parodia política (recordemos su Sí, primer ministre de 2013 en el mismo teatro). Los autores han optado por que no aproveche su reencontrada juventud más que para repetir el camino que ya siguió en su vida anterior, lo que le anula en el entorno de la modernidad y va añadiendo pequeñas gotas de una carga dramática que acabará estallándole en la cara. En su nueva oportunidad, prácticamente, Magí Folgueroles se convierte en una especie de vampiro más que de doppleganger, que en vez de vivir la nueva vida que le han concedido, la aprovecha para vivir de nuevo la suya propia.

Le acompañan en escena otros cinco actores secundarios: el ayudante (Oriol Casals) y la esposa de Magí (Fina Rius), su hija superprogresista con la que ha roto relaciones (Paula Vives), la compañera de su hija (Marta Codina), una Muerte juvenil (Clara Giralt) y el hombre al que le ha robado el cuerpo, el Júnior titular, al que solo él puede ver y oir cuando se mira al espejo (Francesc Cuéllar).

Los más importantes son Vives y Cuéllar: ella se convierte en la protagonista de toda la segunda parte, y en el mejor personaje de toda la obra a nivel dramático, con un personaje sólidamente trabajado que cumple con honores a la hora de explicitar de manera plausible todo el ideario que separa a Magí del nuevo cuerpo que usurpa. Cuéllar se convierte en una especie de proyección de Joel Joan, o al menos de su manera particular de interpretar esta clase de personajes cómicos. Las limitaciones a las que le fuerza la trama le dejan poco espacio para desarrollarse, pero sí el suficiente como para que veamos las enormes diferencias entre él y su particular «ultracuerpo».

El argumento de esta comedia tiene, por tanto, una construcción original a partir de referentes que nos pueden ser familiares. Más allá de lo ya dicho, tiene dos partes que no están del todo equilibradas: ateniéndonos a referentes previos, la primera es como el cruce de Estoy hecho un chaval y Viernes alocado (Freaky Friday), con el hombre viejo que se siente joven y la usurpación de edad, que conduce a una resolución en la línea del Cuento de navidad de Dickens. Esta segunda es la que, eso sí, se siente un tanto apresurada.

Puede que alguna de las escenas se complazca demasiado en la comedia básica de situación, lo que teniendo a un equipo que maneja tan bien los textos podría ascender aún más con intercambios que fueran más allá de la incomprensión generacional. Puede. Pero lo importante es que Joan Pera sigue triunfando como maestro indiscutible que es de la comedia, y cuanta más carne textual le da el guion, más brilla; sobre todo con una artista de la talla de Paula Vives al lado y rodeado de otros actores muy bien elegidos y dirigidos por Joel Joan. Júnior ofrece risas seguras para varias generaciones, y no nos extrañaría que se convierta también en película.

Crítica realizada por Marcos Muñoz

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