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21.12.2022 Música  
CLUBS invade las discotecas de Barcelona y Hospitalet

El sábado 17 y el domingo 18 de diciembre, las salas Freedonia, Meteoro, Sala Apolo y Sidecar de Barcelona, y El Pumarejo y Sala Salamandra de L’Hospitalet de Llobregat, programaron exposiciones de arte contemporáneo con instalaciones, videoarte y performances de la mano de 17 artistas nacionales e internacionales.

La 2ª edición del circuito de exposiciones CLUBS pretende acercar la cultura de club a toda la ciudadanía y reivindicar los espacios de ocio nocturno como lugares de conocimiento, experimentación y creación artística. Y así fue, el público se desplazó club por club viviendo la experiencia de una manera distinta. Esta vez abandonamos el baile por la observación, pero siempre desde la pista, nuestro lugar favorito. No tenías más que elegir si empezar por Barcelona u Hospitalet.

Nos desplazamos al Sidecar para la obra audiovisual de Cecilia Bengolea en la que vemos una figura femenina de hielo que va girando lentamente. Esa misma figura cambia a unas 4 posiciones distintas, sin embargo todas ellas tienen un mismo final; se deshacen convirtiéndose en agua. Si subimos de nuevo a la sala 1 del Sidecar veremos la única pieza plástica expuesta en el festival, se trata de la obra de Anne-Lise Coste; El amor será nuestra venganza. Sin duda es un pieza que impacta pues cuesta entender el carácter reivindicativo, el homenaje al vandalismo y el arte más urbano. La pieza es una pintada con las palabras «El amor será nuestra venganza» sobre el plástico de embalaje del colchón de la propiedad donde se acababa de mudar en Granada.

Freedonia nos dio la bienvenida con un visual de lo más perturbador, pues Bianca Kennedy no se anda con chiquitas y nos cuenta una historia, utilizando Stop Motion, en la que el protagonista se enfrenta a una habitación llena de glory holes de los que salen pintalabios, su extraña erección en una sala de espera tras ver como una mujer besa con lengua a una niña o la habitación que acaba llena de sus clones en la que tienen sexo con una sola muñeca hinchable hasta acabar sin miembros; eso fue Weirdo’s Brain. No para todos los públicos, claro está, hasta vimos a dos personas abandonar la sala sin terminar la obra.

En la sala 2 de Freedonia nos encontramos con unas enormes pantallas en las que veíamos primeros planos de personas bailando. Cada persona fue apartada de la fiesta y plantada ante la cámara frente a un fondo blanco con las directrices de bailar con movimientos más leves y de forma totalmente individual. Este experimento en el que reinaban el chicle, los cigarrillos y las sonrisas era la pieza de Rineke Dijkstra ; The Buzz Club/Mistery World. Algo que impactó al final del visual fue ver a chicos y chicas bailando hakken, baile tradicional del hardcore holandés originado alrededor de principios de los 90.

Cambiando de club acabamos en un sofá con dos televisores de tubo y una pantalla plana. Hablamos del sofá del Meteoro en el que vimos algo parecido a un programa de zapping que estaba muy trabajado. Vimos desde bailes con marionetas hasta sirenas que hacen pesas con las barandillas del chiringuito de la piscina, viajamos a un cementerio inundado para acabar en un taller de carpintería/vivienda donde el chico del taller construye un cómodo ataúd para echarse a ver la tele y cenar. Como veis la obra colaborativa de Conglomerate fue del todo entretenida. En la sala dos del Meteoro nos transportó a un club abandonado en el que reinaba el neón, las canciones a ritmo de jungle, dancehall, hip hop y afrobeat mal cortados y del que solo quedaba su brillante propaganda por el suelo. La imagen plasmada en la pared de Aïda Bruyère introduce a la mujer cuya representación y acción muestra formas de emancipación y empoderamiento, como imagen del cuerpo femenino erotizado y globalizado, mientras que los espacios nocturnos son lugares de libertad.

El Apolo exprimió al máximo todos sus espacios para ofrecernos diversas obras. Si vamos por orden empezaríamos por la representación de «The Lesson» de laSadcum. En la que dos personajes interpretan a través de la danza la sobresaturación del ser humano en la era de internet con unos visuales que construyen sus escenarios y una narrativa que parecía mantener una conversación entre dos asistentes de voz. La siguiente sala nos invitaba a sentarnos y ver un visual sobre el escenario del Apolo; Wish You A Lovely Sunday de Young-Jun Tak. Dos parejas de bailarines dan vida a dos piezas distintas de Bach. Los artistas ensayan sus coreografías pensadas para el espacio que se les ha designado; una iglesia y un club gay, cada pareja en uno de los emplazamientos hasta que el día del rodaje se les cambia el lugar teniendo que readaptar sobre la marcha la coreografía. Resulta divertido ver giros y movimientos delicados en los baños de un club lleno de luces rojas a la vez que ves la decoración de posters de hombres agarrándose el pene mientras sonaba música de Bach.

Si en la anterior obra habíamos dado un paseo por los lavabos del club ahora lo daremos también literalmente por el baño masculino del Apolo, el escenario de la siguiente pieza. Anna Irina Russel dará vida a un organismo que se comunica con el espacio hasta elevarse al límite. Se trata de un hinchable de color gris situado en el baño que lo ocupa casi todo dificultando la entrada. El hinchable va cambiando la presión creando distintas formas. La gente parecía estar encantada echándose fotos.

Hay rincones del Apolo a los que nunca entramos y esta fue una oportunidad de oro. Entramos a L’Estudi del Apolo para escuchar unos samples de sonido arrollador. Al salir del espacio era muy confuso, pues no sabías si el sonido se colaba de L’Estudi o de la sala 2 hasta que te dabas cuenta que había altavoces localizados en puntos estratégicos que abarcaban la amplitud de la siguiente representación. Hablamos de la instalación sonora por los pasillos del Apolo en la que se trataba de cerrar los ojos y dejar que la tierra hable, pues Noela Covelo Velasco nos deja escuchar cómo la Península Ibérica desaparece bajo la placa tectónica africana; La pieza sonora se divide en tres actos, transformando el espacio expositivo en relación con el cuerpo. El primero hace surgir y abre la sonoridad del suelo. El segundo superpone el suelo a la garganta y el tercero introduce el ritmo, a través del cual el suelo se mueve.

Y para terminar con Apolo acabamos viendo un vídeo acerca de los residuos generados después de una buena fiesta, y qué mejor lugar para grabarlo que el mismísimo Apolo. Un recorrido por todo el club viendo botellas, latas, restos de droga, plásticos, lavabos llenos de mierda… una reflexión de lo despreocupados que somos durante una fiesta y lo que se recoge después, sobrecogedor.

Ya terminado el recorrido por Barcelona nos vamos para el Pumarejo para ver el show de María Juradao, “dancing with my abjection”, un espectáculo de danza adversa en la que los bailarines llevaban la cara pintada e iban todos de blanco realizando coreografías sobre música clásica, electrónica y en los que los movimientos marcaban la danza clásica, las contemporánea y movimientos posesos dignos de película de terror: espectacular. Y para seguir con la danza el siguiente club de Hospitalet es el Salamandra. Pol Jiménez nos trae «Lo faunal»; Música tradicional mezclada con algo de electrónica dándole un sonido atronador.

El paseo por CLUBS ha sido del todo enriquecedor y hemos visto un sinfín de obras de todas las disciplinas además de conocer clubs en los que tal vez no habíamos entrado. Esperamos más el año que viene, desde luego que nos dejaremos sorprender igual que en esta segunda edición.

Crónica realizada por Nina Delgado

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