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20.12.2022 Críticas  
No future

Cierre en los Teatros del Canal de Madrid de la trilogía del Colectivo Fango, que con La espera se reflexiona sobre el futuro y el papel de éste en nuestra vida, adentrándose en un mundo extraño donde lo real y lo fantástico se diluyen.

Ante la llegada de un gran cambio, y para sortear con éxito sus desafíos, cinco personas se transforman, respectivamente, en una chamana (Rafuska Marks), una miss – samurái (Fabia Castro), una diva del show-business (Angela Boix), un político de la nueva era (Trigo Gómez) y un guía espiritual-musical (Manuel Minaya). Todos esperan que algo suceda: un avance, un reinicio, una catástrofe, un ajuste de cuentas, una respuesta. Mientras tanto, participan de un juego de competición en el que sólo puede quedar uno, como si ganar algo fuesen sólo las migajas y ganar al resto, lo fundamental.

Dirigida por Camilo Vásquez, La espera es un proyecto de investigación teatral sobre la búsqueda de identidad a través del tiempo partiendo de las palabras de San Agustín: ”Tres son los tiempos: presente de las cosas pasadas, presente de las presentes y presente de las futuras…lo presente de las cosas futuras, es la actual expectación de ellas.”

F.O.M.O– Fear of Missing Out, abarcó lo que San Agustín denomina como «presente presente», centrándose en el cambio de paradigma que supone la sociedad digital. La segunda pieza del colectivo, Tribu, hace un viaje al origen, la memoria y el pasado y esta tercera pieza, La espera, cierra la trilogía y centra su narrativa en la promesa de ese futuro que está por llegar.

Todo en La espera es una celebración del ser como individuo, estupenda continuación a ese ritual primitivo que fue Tribu, que a su vez era un festejo del ser como animal social, y que en la apertura de la trilogía, F.O.M.O era la muestra de quien quieres ser, o como aspiras a que los demás te perciban en la sociedad. Esta busca a través del tiempo nos lleva aquí a un limbo en el que los cinco personajes parece que esperen el visto bueno de un ser superior, en una especie de casting existencial que les valide como individuos que se merecen el acceso al Paraíso, queriendo demostrar todo lo que tienen ellos que aportar al (no) lugar.

Abriendo este talent en un plano astral indeterminado, Manuel Minaya, magnético, ridículamente divertido, y mesianico binguero del que es imposible no querer seguir sus pasos en escena ya sea cantando por Sergio Dalma o consultando a las cartas si debe adecentar su peluca. Las secciones de Trigo Gomez y Rafuska Marks son las menos carismáticas en comparación con lo que esta por venir, porque “si, cariño”, llega Angela Boix, la cual no ha dejado de pavonearse con gafas de sol y vestido de lamé dorado por la escena y uno está al borde de la butaca queriendo saber que nos tiene que contar su personaje. Obviamente las cartas nos dicen que “no, cariño”, la Boix no defrauda. Y como aquí no hemos venido solo a sonreír y pasarlo bien (que tambien) La espera nos regala un bofetón de despedida con la Miss de Fabia Castro: desbocada, harta, iluminada, y emocionada: su guantazo de realidad vapulea, conmueve y te deja tocado con la historia de su abuelo, contrapunto perverso a la imagen de la abuela de Marina Otero en su reciente Fuck Me, que nos llevamos todes a casa.

Camilo Vásquez hace una labor de dirección que continua el gran trabajo que hacen este colectivo desde sus inicios, cuyas señas de identidad son claras, y cuyos juegos escénicos no dejan indiferentes y son memorables, al menos para todos los teatreros que les tenemos como imprescindibles de toda temporada que les programe. Si fantásticos con ellos, fantasticas son las labores de Silvia de Marta en la escenografía, Elisa Vidal Riezu en el vestuario, y Juan Miguel Alcarria en la dirección técnica e iluminacion.

Dando por cerrado este proyecto en tres partes tengo muchas ganas de saber los caminos que transitaran el Colectivo Fango en un futuro y seguir acompañándolos en su camino.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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