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14.11.2022 Críticas  
Un sueño terrorífico muy recomendable

La compañía belga Peeping Tom ha revolucionado el lenguaje de la danza y del teatro con un estilo diferencial y una estética onírica y cinematográfica muy particulares. Este mundo propio tan característico, oscuro e inquietante llega durante escasas 2 semanas al TNC de Barcelona con Triptych.

La última creación de Peeping Tom reimagina tres de sus piezas en un viaje laberíntico por los pasadizos de la memoria. Triptych recoge tres coreografías (The missing door, The lost room y The hidden floor) con las que el público se dejará la voz y las manos gritando y aplaudiendo en cada uno de sus fundidos a negro.

Triptych nos presenta a varios personajes que, perdidos en el tiempo y el espacio, se dejan llevar por la corriente y se buscan sin descanso. Parece que cuando emprendieron este viaje en busca de un ideal estaban llenos de esperanza, pero la realidad les llevó hacia un destino incierto donde la esperanza parece no aflorar. Ahora intentan encontrar un camino entre el vagar de sus pensamientos mientras recuperan y reviven sus recuerdos, o crean nuevas versiones, abiertas a todo tipo de distorsiones.

Gabriela Carrizo y Franck Chartier firman un espectáculo inquietante y sombrío que nos atrapa rápidamente y que nos crea la necesidad de saber más y más mientras avanza. Un viaje de casi 2 horas de duración que transita por 3 espacios dentro de un barco a la deriva y del cual sus personajes parecen no poder salir.

Tres piezas interpretadas por 8 profesionales de la danza y el sentimiento que se embarcan en un viaje lleno de esperanza pero que, en realidad, los llevará a un destino incierto y oscuro. Este viaje, esta búsqueda interna se refleja en una escenografía cambiante que esconde más de un secreto. Un laberinto de puertas desaparecidas, habitaciones perdidas y suelos escondidos son algunas de las cosas que nos sorprenden en una puesta en escena que recuerdas a los platós de cine. Un triple espacio recluido en el que los personajes prueban a crear una nueva versión de su realidad. Un aspecto tétrico y desangelado cuya tensión se palpa continuamente en un ambiente que mezcla la impactante escenografía creada por Gabriela Carrizo y Justine Bougerol y la afilada iluminación de Tom Visser. Este aspecto fílmico se incrementa aun más con el tenebroso espacio sonoro creado en directo por Raphaëlle Latini, Ismaël Colombani, Annalena Fröhlich, Louis-Clément Da Costa y Eurudike De Beul.

Aunque las dos piezas iniciales son fantásticas, he de destacar la creatividad en todos los aspectos de la última pieza cuya fuerza dramatúrgica es inigualable. La titánica y encarnizada lucha de los pasajeros por sobrevivir a la deriva en una escena apocalíptica que rezuma desesperación y muerte. Esta escena no tiene parangón.

Peeping Tom nos presenta una obra de gran belleza visual y poética que nos clava en la silla mientras disfrutamos, no solo de sus coreografías y sus virtuosas acrobacias, si no de una obra cruel, oscura y reflexiva que encandila al respetable. Un sueño terrorífico muy recomendable.

Crítica realizada por Norman Marsà

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