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26.10.2022 Críticas  
Pharsalia, cuerpos en guerra

El coreógrafo cordobés Antonio Ruz estrena la poética Pharsalia, su primera producción de gran formato, en la sala roja de los Teatros del Canal de Madrid. Una verdadera oda a la humanidad que cuenta con dramaturgia de Rosabel Huguet y está co-producida por Teatros del Canal y Museo Universidad de Navarra.

Fundado en el poema épico inacabado del escritor cordobés Marco Anneo Lucano, Antonio Ruz nos ofrece una obra que hace eco con las guerras y conflictos de nuestra época. Pharsalia implica una reflexión crítica sobre la violencia y la barbaridad de nuestra sociedad contemporánea que echa raíces al comienzo de nuestras civilizaciones.

La obra, articulada en tres partes, nos cautiva desde los primeros pasos con una escena de absoluta ligereza que luego desaparece al encontrarse con dos cuerpos que se cruzan, se buscan, se aman y se destrozan. Un duelo donde solo uno sale vencedor. Entonces, entendemos toda la trama de la obra y de la brutalidad que nos espera.

Bajo la burbuja de aire que nos encarcela, una lucha encarnizada, un baile militar que nos pone en tensión, ansiedad exacerbada por las luces estroboscópicas, la alternancia de cantos del pasado en latín y de música electrónica. Los cuerpos no son más que las herramientas que instrumentalizan esta violencia. Hemos entrado en los más profundo del chaos.

Por otro lado, el traje militar da paso al desnudo cuerpo, sinónimo de vulnerabilidad, donde la guerra se convierte en nuestra carne en una lucha centrada en uno mismo. Después del caos viene el momento de quietud. Los cuerpos ya son libres de ir y venir; la burbuja ya no existe y cada cuerpo recupera su identidad. La ferocidad se transforma en unión.

Con una escenografía minimalista y una música envolvente compuesta por Aire, los once feroces intérpretes luchan en el escenario y nos rememoran cuan frágiles y vulnerables somos a la hora de enfrentarnos a nuestras propias guerras. Las coreografías nos transportan desde momentos de intriga y tensión que recaban en el terror para, finalmente, llegar a momentos de alivio y paz. Al acabar, sentimos un peso que se libera y nos deja ver un rayo de luz con una escena final mágica en toda su sencillez.

Pharsalia logra capturarnos llevándonos en lo más recóndito de nuestra humanidad, cuestionándonos sobre temas muy actuales y, a la vez, ancestrales. Nos recuerda que la guerra forma parte de nuestra esencia y que es necesaria para seguir evolucionando. Con un juego de contrastes entre lo más violento y lo más frágil del ser humano, Ruz consigue sacarnos emociones diversas. A veces incómodas, pero necesarias a lo largo de la representación que concluye con que la danza es la única liberadora de todos nuestros males.

Crítica realizada por Angélique Travessa

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