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06.10.2022 Críticas  
El derrumbing de la cuarta pared

En el Teatro Maravillas de Madrid comienza la vigésima temporada de Jamming Sesssions, el espectáculo de improv de la mano de Paula Galimberti, Juanma Díez y Lolo Diego en el escenario y Maykel R. Vannereau en la mesa de control.

Decía el tango de Gardel que 20 años no son nada, pero es cierto que en lo tocante al mundo de la improv se notan y mucho, especialmente en cuanto a la experiencia de los intérpretes. De todos es sabido que la labor de actor es difícil. Que un trío de actores sin guión sean capaces de rellenar 90 minutos en un escenario es un desafío, pero es evidente que Jamming teatro se lo toma a risa. Y es que llevar 20 años consecutivos en cartelera, además de tener solera, demuestra que una fórmula es solvente. O en palabras de Jamming, “Solventing”.
 
El espectáculo se compone de una serie de juegos de interpretación, a partir de las sugerencias del público. Cada juego nos lleva a un entorno particularmente estereotipado, desde la telenovela latinoamericana a Shakespeare, pasando por Lorca y si se tercia con algún número musical. Todo creado sobre la marcha y apoyado en una gran dosis de imaginación, porque obviamente, la puesta en escena es minimalista por definición: es tan infinitamente amplio el campo de posibilidades, que prácticamente ningún atrezzo es necesario. Es ahí donde entra la labor de Maykel, que ofrece paisajes sonoros para acentuar las escenas.

¿Qué mide la calidad de un espectáculo de improvisación? Esto es, además del ingenio y la rapidez mental de los intérpretes, que en este caso está más que probada. La complicidad, tanto entre el equipo como con el público. Esto se consigue sobre todo cuando uno se lo pasa bien en el escenario y es evidente que Juanma, Lolo y Paula se lo pasan de miedo, sobre todo cuando no es solo el público el que se rompe a reír. Es el “derrumbing” de la cuarta pared, especialmente porque la línea del humor está marcada por el público pero recordemos que cada ocurrencia es completamente nueva para todos los asistentes a la sala, incluidos los actores.
 
En resumen, Jamming sigue siendo una apuesta fuerte 20 años después. Una demostración de buen hacer dentro del universo de la improv que sigue contando con el favor de un público muy fiel.

Crítica realizada por Norman Marsà

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