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13.06.2022 Críticas  
La santa francesa quema el Real

El Teatro Real de Madrid se corona con esta nueva producción de Juana de Arco en la hoguera. De la mano de Àlex Ollé y su sello Fura dels Baus. Con una estrella francesa internacional – Marion Cotillard– ideal para dar vida a Juana de Arco, y un Coro protagonista que hiela la sangre en toda su colosal intervención.

Se presenta este acontecimiento en forma de programa doble. Un prólogo de Claude Debussy, de nombre La doncella bienaventurada. Un bello prólogo que sienta las bases para el misticismo que envuelve el personaje de Juana de Arco en la hoguera, compuesto por Arthur Honegger. La escenografía de Alfons Flores nos presenta dos mundos, el celestial y el terrenal. Al celestial ascenderá Juana, en una especie de éxtasis pre mortal, antes de ser consumida por las llamas, unas llamas que pretenden librarla de la brujería de la que se la acusa.

Juana de Arco en la hoguera no es una ópera propiamente dicha. Es un oratorio de once escenas que recrean la confusión y el juicio de la heroína francesa. Para ello se requiere de una actriz protagonista y hay que quitarse el sombrero ante la elección de Marion Cotillard para encarnar el papel de Juana de Arco. He leído en alguna reseña que lo que hace la Cotillard lo podría hacer cualquier actriz española, y estoy en claro desacuerdo. No solo porque el papel necesita un perfecto francés, sino porque es acertadísimo traer a una actriz de la talla de Marion Cotillard y ponerla en las tablas del Real. Pone al teatro en otra liga y brinda una oportunidad de lujo para el público. Durante más de hora y media permanece la Cotillard encaramada en su hoguera, frágil, asustada, joven, aturdida, arrebatada y finalmente quemada. Desgarra su catarsis, emociona su canturreo. La larga escena final conmueve y quema las emociones. Un fuego que consume y quema a la desdichada joven mientras declama que no hay amor más grande que dar la vida por los seres queridos. La Cotillard se merece con creces la ovación que se le ofrece.

Pero con perdón y permiso de la gran actriz gala, quien se lleva aquí todo el protagonismo es el Coro del Teatro Real. El Coro es el personaje principal de los relatos, jueces, turbas enfurecidas, pueblo exaltado. Todo eso compone un Coro que impresiona por la perfección de su interpretación y por el excelente movimiento escénico que desarrolla. Es cierto que el Coro del Teatro Real está siempre a unos altísimos niveles de excelencia, pero este montaje es un regalo para ellos y para todos los que nos dejamos impresionar por sus intervenciones, y créanme que aquí están sublimes.

El debut en el foso del Real de Juanjo Mena se salda con una sobresaliente nota. No es fácil la partitura del oratorio, en el que se mezclan ritmos e instrumentos anacrónicos. ¿Cuántas veces hemos oído en directo unas Ondas Martenots? Pues eso, un lujo de orquesta y un lujo de dirección.

El ambiente recuerda mucho a los montajes de La Fura dels Baus, sin llegar a los más desbarrados, este contiene todo lo grotesco que se le puede pedir. Genitales desbordados, barro, fuego, suciedad y sangre. No apto para una parte del público que acude al Real y que se incomoda ostensiblemente ante estas propuestas, pero que no se puede negar su potencia visual y carga dramática.

La ola de calor reinante estos días en Madrid se queda corta con la temperatura que desprende la hoguera en la que arde Juana de Arco. Un montaje que se recordará y que debería reportarte no pocas alegrías al Real.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau.

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