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18.05.2022 Críticas  
Incendios e incendiarios

En la sala Fernando Arrabal de las Naves del Español en Matadero de Madrid huele a quemado. Un incendio de emociones arrasa en cada función. Animal negro tristeza es un texto de dureza descarnada. Plasmada e interpretada hasta la extenuación en un montaje que impresiona y que provoca contradictorias opiniones.

Estrenado hace un tiempo en la Sala Beckett de Barcelona, bajo la dirección de Julio Manrique, llega ahora por unas semanas esta troupe de amigos que en lo que parece un inofensivo día de escapada campestre acaba siendo el día que cambiará sus vidas para siempre. El texto es de Anja Hiling y el grupo de amigos lo compone un compacto elenco formado por Mireia Aixalà, Joan Amargós, Màrcia Cisteró, Norbert Martínez, Jordi Oriol, Mima Riera, David Vert y Ernest Villegas. Todos ellos junto al director, nombres conocidos y reconocidos de la escena teatral catalana pero tristemente bastante más desconocidos para el público madrileño. Así que es de agradecer que el puente teatral entre las dos ciudades se vaya recuperando.

La propuesta impresiona no solo por el descarnado relato sino por la estimulante puesta en escena. Un montaje que conjuga potentes audiovisuales, sonidos, coreografías sugerentes y un espacio que llega a ser sofocante. Recrear un incendio real, la huida desesperada, la muerte, la carne quemada y las heridas emocionales más allá de las quemaduras supone una pericia reservada a los grandes, y aquí hay múltiples ejemplos de grandeza teatral. Firma el espacio escénico Alejandro Andújar y la video escena es el trabajo de Francesc Isern.

No es esta una función para todos los públicos, no es una función en la que permanecer ajeno. Es una propuesta que exige que el espectador se implique emocionalmente, que sienta el calor de las llamas de ese incendio accidental que provocan este grupo de amigos que esconden alguna que otra miseria y frustración.

La historia no tiene un protagonista definido, todos los miembros de ese grupo son de relevancia. Impresiona Mima Riera como esa madre desesperada que carga a su pequeña entre las llamas. Ernest Villegas desolado y traumatizado ante la desgracia, Mireia Aixalà en un personaje que intentará olvidar lo sucedido y que pasará a fotografiar la tristeza. Joan Amargós perdido, huirá para siempre. Jordi Oriol y David Vert como esa pareja que el incendio terminará de romper para siempre.Màrcia Cisteró y Norbert Martínez ejercen de casi macabros narradores de la tragedia (apuntaría aquí lo genial que es traer montajes estrenados en otra lengua que no es el español, pero que ganarían si pudieran ser representados aquí en el idioma original, unos sobretitulos y poder escuchar a los actores en su lengua materna).

Todo el montaje atrapa por la brutalidad de la historia, desde los primeros compases se intuye que algo malo flota en el ambiente y los peores presagios se cumplen. Animal negro tristeza es de esos montajes que zarandean y escupen al espectador. Quizá se alarga en exceso en el tramo final con algunas incongruencias de los propios personajes y alguna decisión incomprensible pero no por eso deja de sobrecoger. El incendio como metáfora de una sociedad que se cree segura hasta que la naturaleza muestra su fuerza destructora, entonces los cimientos de las vidas construidas simplemente desaparecen como ceniza que se lleva el viento.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau.

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