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28.03.2022 Críticas  
Más allá de las convenciones

Diversidad y visibilidad son las dos máximas de la Lengua Madre que Lola Arias presenta en el Teatro Valle-Inclán de Madrid. Una producción del Centro Dramático Nacional y el Teatre Lliure cuyo punto fuerte es también su debilidad, la frescura de sus intérpretes/activistas.

Vivimos tiempos complicados. Tras años de sentir que íbamos a más en nuestra comprensión de la heterogeneidad de actitudes, comportamientos y propósitos del ser humano, la agresiva guerra cultural puesta en marcha por los que no tienen mayor fin que someter y abusar, hace que percibamos no solo que se pone en duda lo conseguido, sino que se destruye el espíritu de libertad, igualdad, respeto y convivencia que está tras ello. Motivo por el que es importante que veamos en la cartelera propuestas como Lengua Madre y que lo haga con el impulso y el apoyo de instituciones públicas que se deben al principio de democracia y pluralidad por el que fueron creadas y son mantenidas.

Este montaje es una suerte de caleidoscopio en el que Lola Arias tiene claro lo que ha de transmitir y los elementos con los que cuenta. Su dirección evidencia lo bien que maneja los recursos de qué dispone y cómo sabe envolver y acompañar aquellos que resultan más personales y políticos que artísticos y teatrales. He ahí el resultado sobresaliente de la conjunción entre la escenografía y vestuario de Mariana Tirante, la excelencia estética de la iluminación y vídeo de Matias Iacarino y el eficaz trabajo de coro y música de Meike Clarelli y Davide Fasulo.

Respecto al escenario, lo que vemos sobre él son personas auténticas, no son ficciones, sino de carne y hueso. La dramaturgia que nos acercan es su historia real, y la combinación de todos ellos conforma una suerte de teatro documento, análisis sociológico y reflexión ciudadana sobre la educación sexual, la maternidad, el aborto, las relaciones de pareja y las materno-filiales, el papel de las leyes y las posibilidades económicas, así como el uso y disfrute de sus/nuestros cuerpos en la transversalidad de géneros, identidades y orientaciones que nos definen.

Rezuman verdad porque han vivido en primera persona lo que nos trasladan, una autenticidad que nunca decae, pero que en algunos momentos hubiera requerido de técnica interpretativa para sostener con mayor eficacia la tensión y el interés por lo que está por venir. Aún así, logran que el patio de butacas les siga y esté atento a su discurso, que tome nota de lo allí expuesto y denunciado para después reflexionar sobre ello.

La sociedad que fuimos y la que somos, el conjunto que resulta de la suma y la interacción entre las individualidades, los imperativos que nos determinaron, las múltiples visiones a las que aspiramos y el camino de idas y venidas entre aprendizajes, victorias y objetivos aún pendientes de conseguir entre un punto y otro. La transparencia y asertividad de Lengua Madre puede ser tomada como panfletaria por quien no esté de acuerdo con su intencionalidad, pero la realidad es que nunca es tal porque no juzga ni sentencia, sino que reivindica.

Lola Arias ha optado por no justificarse, por no ser diplomáticamente correcta, pedagógica y didáctica, sino por ser clara y directa. Por tratarnos como interlocutores que se presuponen adultos y lo suficientemente maduros como para respetar, estemos de acuerdo o no, hayamos experimentado o no, las particularidades e intimidades de cada uno de los testimonios que nos presenta.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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