novedades
 SEARCH   
 
 

28.02.2022 Críticas  
El poder de las palabras

El Teatro María Guerrero de Madrid abre sus puertas para acoger el estreno absoluto de uno de los hitos de la temporada, El Golem. Tras él, dos de los nombres más reconocidos de nuestra dramaturgia, el escritor Juan Mayorga y el director Alfredo Sanzol. Junto a Elena González y Elías González, lo mejor de esta propuesta, una excepcional Vicky Luengo.

Juan Mayorga viene de cosechar aplausos y llenos diarios con Silencio en el Teatro Español. Alfredo Sanzol fue, probablemente, el director más halagado el año pasado por El bar que se tragó a todos los españoles. Ahora afrontan el reto de mantener el nivel y cumplir las expectativas que genera que sumen su talento y reputación, certificada por numerosos premios, en esta producción del Centro Dramático Nacional, del que el segundo es también su director.

La sinopsis de su propuesta resulta seductora. Un mundo en el que la sanidad pública se derrumba -¿licencia artística o crítica política?- y a la pareja de un enfermo le ofrecen someterse a un experimento si quiere que su ser querido siga recibiendo tratamiento. Memorizar en secreto un texto en una lengua que desconoce. Objetivo, comprobar los efectos psicológicos, anímicos y relacionales que esto le causa.

Cuenta Mayorga que volvió a este libreto, fechado en 2015, durante el confinamiento que vivimos hace dos años, lo que hace presuponer un filtro de distopía y encierro. El recuerdo de Sanzol (La ternura, La valentía) es el de ritmo y dinamismo, fluidez, hacer que la representación sea ágil y que el espectador más que observar y escuchar, viaje con ella.

Lo que sucede es que la historia que propone el también autor de El chico de la última fila o El cartógrafo, avanza más en vertical que en horizontal. El Golem profundiza en sus planteamientos en lugar de desplegar su argumento. Tiene mucho más de reflexión e interrogación que de narración y desarrollo de acontecimientos y personajes. Hila muy fino, pero su pretensión es tan aguda que le lleva a exacerbar y desarrollar en demasía lo textual, dando lugar a parlamentos y soliloquios más que densos por su carga reflexiva y analítica. Sobre todo, por su no concreción, útil para generar intriga durante buena parte de la función, pero excesiva cuando se descubre que no se fija como una, varias o cuantas interrogantes haga falta a las que dar respuesta.

Sanzol, por su parte, se esfuerza en hacer tridimensional y humano el libreto que ha recibido. Y lo logra. Cuenta para ello con dos buenos secundarios, que realizan un eficaz ejercicio de síntesis con sus personajes. Elena González transmite autoridad y rectitud, mientras que Elías González es la debilidad y el desconcierto. Los dos polos en los que se mueve la obra y entre los que fluctúa Felicia, encarnada por Vicky Luengo. Una protagonista complicada, se la presenta como una persona de intelectualidad y acervo verbal limitado, estrechez que, sin embargo, no reduce ni encorseta a Luengo. Al revés, más bien la lleva a realizar un ejercicio de capas, matices, detalles y movimiento corporal (apoyada por Amaya Galeote) que hace de su interpretación el elemento principal por el que merece la pena ver El Golem.

Subrayar también el notable trabajo técnico y expresivo de escenografía (Alejando Andújar), iluminación (Pedro Yagüe) y sonido (Sandra Vicente) que, junto a la música de Fernando Velázquez, le dan a esta producción un cuerpo estético acorde a la notabilidad de la propuesta de su director. Están tan bien planteados y ejecutados, que en los momentos en que la representación se basa en ellos, se agradece el respiro que suponen respecto al texto. Profundidad sí, pero no tan densa, por favor.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES