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15.02.2022 Críticas  
Más quiero yo a Peribáñez

La historia de Peribáñez y el Comendador de Ocaña se representa hasta el 27 de febrero en el Centro Cultura de la Villa Fernando Fernán Gómez de Madrid bajo la dirección de Eduardo Vasco y la pluma de Yolanda Pallín. Una de las historias más reconocidas de Lope de Vega brilla en los escenarios de la capital.

Lope de Vega escribía el drama de honor de Peribáñez en el Siglo de Oro, una temática popular en la época en la que un poderoso (el comendador) amenaza el honor de un labrador, o villano (persona de la villa), en este caso el comendador se enamora de la mujer de Peribáñez y hace lo que puede por mantenerlo alejado de ella.

En el Centro Cultural Fernán Gómez se pone en valor el teatro clásico de manera rutinaria, pero pocas veces con tanta clase y buen hacer como en Peribáñez y el Comendador de Ocaña. Espectáculo castizo donde los haya, desde el vestuario hasta la dicción de los actores nos encontramos una auténtica obra de arte.

A pesar de no ser la obra más conocida de Lope de Vega, ni siquiera dentro del género del drama del comendador, donde destacarían Fuenteovejuna y El Perro del Hortelano. A pesar de no estar tan presente en los escenarios como las obras arriba citadas, fue de las obras más reconocidas en su época y es fácil ver porqué. Una historia de amor leal envuelta en un drama de honor y con unos sorprendentes tintes de lo que hoy casi llamaríamos feminismo con una protagonista brava y que también impone sus condiciones al matrimonio mediante la escena del abecé.

Uno se siente como se debieron sentir los espectadores de hace cuatro siglos: felices por Casilda (Elena Rayos) y Peribáñez (Rafael Ortiz), preocupados por el interés del Comendador (Alberto Gómez Taboada), indignados por la traición de Inés (Mar Calvo) y las maquinaciones de Leonardo (Francisco Rojas), conmocionados por el desenlace… con una excepción, la comedia. Aunque la obra es en origen una tragicomedia, convirtiendo al grotesco (en el texto original) comendador en un malvado un poco patético, rodeados de secuaces con matices cómicos; en esta obra se oscurecen los tintes hasta hacer del comendador un poderoso peligroso e implacable dejando el alivio cómico a Luján (Júlio Hidalgo). Completan el reparto Jesús Calvo como el Padre Antón, Manuel Pico como Bartolo y Daniel Santos como el Pintor.

El ritmo y la tensión de la obra se marcan con el uso de instrumentos de percusión y canciones escritas por Eduardo Vasco, acompañando una escenografía elegante (de la mano de Carolina González) y un vestuario de ensueño firmado por Lorenzo Caprile. Son los propios actores los que tocan y cantan, añadiendo un nivel más a un trabajo titánico, en el que hay que hacer mención especial a la poderosa voz de Manuel Pico.

La obra apela así a casi todos los sentidos. Con unos actores de enunciación, ritmo y sentimientos perfectos, una escenografía, luz y vestuario de merecido aplauso y un final que pone la piel de gallina y atraviesa siglos para hacerte sentir el anhelo por la justicia. Los amantes de la cultura y el teatro clásico no se pueden perder una representación cuidada y en la que brilla el amor al autor del Siglo de Oro.

Crítica realizada por Ariadna Ortega

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