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12.01.2022 Críticas  
De cuando los misales conducían al país

La Sala Beckett de Barcelona inicia la recta final de uno de su montajes estrella del año: El corredor de karts. La obra creada por Marc Artigau i Queralt y dirigida por Xavi Ricart está impecablemente interpretada por la compañía barcelonesa Parking Shakespeare. Una historia llena de corrupción y risas.

A mediados de los años ochenta, dos extraños miembros de una organización católica están sometiendo al propietario de un taller mecánico a sucesivas sesiones de hipnosis para utilizarlo en una sospechosa operación de exportación de misales en Andorra. Los hermanos del mecánico, cuando lo descubren, recurren a los servicios de una profesional de la hipnosis para que los ayude a contrarrestar la influencia que la organización católica está teniendo en el cerebro de su hermano y a llegar al fondo de la cuestión, dentro del inconsciente de todo un país.

La historia que nos presenta Marc Artigau es sencillamente inquietante. Un texto ligero, lleno de recovecos, humor y disfrute, regado con un ritmo escénico trepidante que nos atrapa a los pocos segundos de su inicio para no soltarnos hasta el fundido de luces final.
Una historia surrealista que, con todo lo que hemos ido conociendo diariamente a través de los medios de comunicación sobre el «pujolisme» y toda la trama que lo rodea, bien podría ser que el engaño y la hipnosis formaran parte del abuso que aquí se nos muestra. Un acierto llevar acabo un texto cómico tal bien hilado que podría, incluso, llegar a ser real bajo el paraguas de la corruptela catalana.

Junto al magnífico texto de Artigau, disfrutamos de la dirección de Xavi Ricart quién impregna un ritmo convulso a un montaje sin fin. La atención al detalle que Ricart nos presenta es sencillamente espléndida, como espléndida es la interpretación de la compañía que lo presenta Parking Shakespeare. Ellos/as son el alma de la obra y el gran acierto en su ejecución. Mireia Cirera, Ester Cort, Adrià Díaz, José Pedro Garcia Balada, Pep Garcia-Pascual, Ariadna Matas, Santi Monreal y Ricard Sadurní nos presentan unos personajes elevados, finos, hilarantes e intimidantes. Llenos de duda, de mentira, de estúpida ignorancia y, en algunas ocasiones, de violencia. La creación de Artigau es magnífica en sus líneas pero, al darles vida en escena, Parking Shakespeare nos presentan una actuación excelsa. Incluso el personaje más pequeño que podemos disfrutar en escena tiene un proceso de creación tan milimétricamente marcado que, semanas después, aun lo recuerdas. Un trabajo artístico que destacar en su totalidad. ¡Bravo!

Destacar también la labor de iluminación y escenografía realizadas por Jaume Ventura y Anna Tantull respectivamente. El trabajo presentado en conjunto en la Sala d’adalt de la Beckett es sencillamente hipnótico. La creación y división del espacio (el taller en sí, la zona donde preparan los coches que, con un simple cambio, se convierte en la carretera hacia Andorra, la zona de hipnotismo, el destartalado piso de la hipnotista…) ha sido diseñado de forma precisa y exacta para el buen funcionamiento del montaje. La escenografía altamente realista nos deja boquiabiertos al entrar pero, las posibilidades que esta va mostrando en escena son sorprendentemente altas. Los claro oscuros, los horarios solares… en sí, los momentos de cambio escénico, están tan bien introducidos y marcados que el público lo percibe como algo natural. Un trabajo fino y discreto que aplaudir.

El corredor de karts es una comedia que trata sobre el engaño que la sociedad catalana ha estado viviendo durante los años. No hace denuncia de ello (ni siquiera lo pretende). Solo quiere hacernos reír de lo vivido por una sociedad que prefirió callar sobre un escarnio que ahora, años después, se sienta en un banquillo para dar explicaciones. Quién sabe… puede que la hipnosis haya sido tan efectiva que no recordemos nada de nada.

Crítica realizada por Norman Marsà

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