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10.01.2022 Críticas  
El Anschluss, el TikTok y otras preguntas del montón

De algún tiempo a esta parte… Fracaso?, de Max Aub, se representa en el Teatro Español de Madrid, con dirección y adaptación de Maite Pérez Astorga, interpretada por María Pujalte y Ana Rujas; cuenta iluminación de Juan Gómez-Cornejo, vestuario de Paola de Diego, sonido y audiovisuales de JUMI (Daniel Jumillas) y espacio escénico de Lua Quiroga Paul.

Emma (María Pujalte) no quiere que le consuele nadie, porque ese alivio solo supondría descansar de esa pena que arrastra y del gran interrogante de si Samuel lo era o no antes, y si serlo provocó su caída en Barcelona. Si marido si era de todo de lo que se le acusó, aunque solo para ellos serlo fuese una razón válida para ajusticiarle, pero que Samuel, sin siquiera haber cumplido 20 años fuese aquello le resulta inconcebible. El motor que mantiene viva a Emma es la incomprensión, y su combustible, la rabia; dejarse ir supondría darles la razón, justificar que todo lo que era suyo y que ellos usan sin su permiso tiene una razón de ser. La luz que entraba por las mañanas por la ventana y que le despertaba, Emma la sentía como una bofetada que no está dispuesta a soportar un día tras otro, y por eso prefiere recluirse en el cuchitril en el que le permiten vivir, porque vivir al amparo de esa sombra y ese frío que traspasa todas las capas que se ponga es más soportable que subsistir bajo esa luminosidad delatora. El duro ascenso desde su escondrijo para encerar los suelos de la que fue (es) su casa, a las 6 de la mañana, con su descanso en el rellano del cuarto, y las miradas infames que le acosan tras las mirillas de cada piso que sube es preferible a sentir que cada día debiera descender a un infierno de trabajos forzados: un infierno de luz contrapuesto al balsámico espacio subterráneo donde no sentir la terrible intemperie.

XXX (Ana Rujas), al contrario, expone su vida, opiniones, y su ser social a través de las redes sociales, entrando en vicioso círculo de la vida pública. No necesita ocultarse ni la oscuridad, ni siquiera para meditar o practicar cualquier nueva técnica relajante que la influencer de turno recomiende y anime a practicar, anunciado a través de un Stories de Instagram, patrocinado por la enésima app de vida saludable del mercado ¿gratuito? de la App Store o Google Play. No necesita permiso para vivir, ya que ella tiene pleno acceso a todos y cada uno de los espacios y Spaces, públicos y de Twitter, que como tarimas de discoteca le sirven para mostrarse e invitar a la masa a que le juzguen, valoren, comenten, y validen. Los márgenes ya no es irse a un país de Asia, elegido aleatoriamente a golpe de aplicación ¿gratuita? de sorteos, sino practicar el (cash)activismo con muchos hashtags, proclamas incendiarias, y no depilándose las ingles ni las axilas. Su sobrexposición en redes delata una hipersensibilidad y un temprano brote depresivo que le lleva a cuestionar su feliz existencia sometida a los designios del Big Data y de Chiara Ferragni.

De algún tiempo a esta parte… Fracaso? enfrenta dos monólogos y a dos mujeres en un espejo desformarte de caseta de feria, sin resonar ni multiplicarse en la mente del espectador como en el final de ‘La dama de Shanghai’ de Orson Welles. Las dos protagonistas se encuentran atrapadas cada una en su propio lado de esa superficie fría y reflectante, sin llegar a verse, ni tocarse, ni sentir que una es parte de la otra, ni siquiera sobre la superficie de un árbol genealógico ilógico, anacrónico e inventado. Su parentesco es un bulo, una fake news creada y difundida para viralizarse en TikTok y con suerte convertirse en un meme o verse reflejada, aquí si, en una respuesta en la que se use el GIF de ‘El diario de Patricia’ : “¿Pero usted quién es?”.

La fórmula del éxito de un monólogo posmo (referido a la posmodernidad, no al término reconocido por la Real Academia de la Lengua Española que se dice especialmente del agua o de la carne: podrida, hedionda) no es reproducible con éxito hasta el infinito, como el agente Smith de The Matrix, ya que, como ocurre en la última entrega de esta saga, la tendencia ya no es camuflarse y replicarse bajo un mismo físico sino conservar una falsa apariencia genuina, individual e inimitable, pero que difunda un mensaje copiado/pegado creado por un ideólogo en la sombra, director de escena de los bots en el escenario virtual.

En el diálogo del programa de mano entre Maite Pérez Astorga y Juan Gómez-Cornejo, la primera le pregunta al segundo, si hay algo que sienta que se está perdiendo de como se hacía antes, y si hay algo que se haya ganado, y este responde que “por momentos pienso que se están abandonando los aspectos estéticos y visuales para mí tan importantes como el resto. Siempre hay excepciones, pero en general echo de menos un mayor cuidado de la plástica escénica y su consideración en todos los aspectos. Quizá hemos ganado en contar historias de una manera más cercana y directa pero no siempre funciona bien el minimalismo extremo en el que se basan algunas propuestas.” Y este aspecto comentado por el diseñador de iluminación del espectáculo es algo curioso y sorprendente cuando nos enfrentamos al diseño del espacio escénico de Lua Quiroga Paul.

Si De algún tiempo a esta parte… Fracaso? está más próximo a lo reflexivo ante una comparativa entre “los jóvenes de ahora no tienen de qué preocuparse, porque en los tiempos del Anschluss mira lo que vivimos”, que a la sátira social, con el yoísmo (este término tampoco está reconocido por la Real Academia de la Lengua Española) del personaje de Ana Rujas o esa conjugación de tiempo verbal en neutro extremo ¿ridiculizando?, ¿banalizando? su uso cuando nos referimos al género (a la Real Academia de la Lengua Española le gusta esto); es algo que me plantea la misma incógnita que la que plantea el titulo: Fracaso?

Crítica realizada por Ismael Lomana

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