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02.11.2021 Críticas  
Lo saben todo de nosotros

Privacidad nos cuenta en el Teatro Marquina de Madrid que las redes sociales saben sobre todos y cada uno de nosotros más de lo somos capaces de imaginar. Esteve Ferrer es el encargado de dirigir este espectáculo, y adaptar el texto original de James Graham, con un reparto encabezado por un siempre versátil y eficaz Adrián Lastra.

Lo primero que llama la atención al entrar en la sala es la escenografía firmada por Felype de Lima. El escenario se prolonga y se funde con el patio de butacas en una sucesión de carcasas y pantallas de smartphones en las que después, ya metidos en acción, desplegará su creatividad el diseño de vídeo de Daniel García. Un conjunto de pantallas de leds que lo mismo sirven para acoger juegos de luces, mostrar pantallazos y apoyar la narración presentando personajes que, con todos ellos a la par, infundir ritmo a la manera de un muy suavizado videoarte.

La narración comienza con Chema del Barco ejerciendo como psicólogo con un paciente que acude a su consulta por primera vez. El joven necesitado de asesoramiento es Adrián Lastra, un autor de teatro incapaz de escribir y de valerse por sí mismo en la vida por una ruptura amorosa, pero aún así con la suficiente energía para dedicarle tiempo a uno de los males de nuestro tiempo, bucear sin fin por las redes sociales para estar al tanto del día a día de su ex. Así es como comienza una disertación en la que se exponen los conceptos de misterio, secreto y privacidad en torno a los cuales girará toda la obra.

Un devenir en el que Canco Rodríguez, Juan Antonio Lumbreras, Rocío Calvo y Candela Serrat, además del ya referido Chema del Barco, interpretarán cada uno de ellos a diversos personajes que acompañan en su traslado y estancia en Nueva York a nuestro protagonista. Unos le impulsan, otros le hacen de espejo y, en general, le informan sobre los conflictos entre la psicología y la tecnología, los riesgos de la sobrexposición pública y los detalles de la letra pequeña de las políticas de privacidad y de cookies que aceptamos cada vez que entramos en una página web o nos descargamos una app en nuestro teléfono móvil de última generación.

Hay una clara intención y base didáctica en Privacidad. Como si compartiera con el periodismo la pretensión de informar para formar, aunque el planteamiento con el que está llevado a la escena deja claro que su primera y última intención es la de entretener. Podría haber optado por un tono más sosegado y reflexivo, pero visto como disfrutaba el público, es evidente que su registro cómico, a pesar de su excesiva ligereza y levedad en algunos pasajes, funciona.

Y hasta donde permiten los spoilers contar, señalar que lo consigue especialmente en los momentos en que opta por lo interactivo e ignora la cuarta pared, algo para lo que se gana enseguida la complicidad del público. Por algo es que, en el minuto previo al inicio de la función, no solo te dicen que no apagues tu móvil, sino que te dan la clave de su wifi para que sigas conectado desde el principio hasta el final. Lo que sucede entre uno y otro momento, como bien indica su título, es privado y exclusivo de cada una de las personas que allí estuvieron.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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