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28.10.2021 Críticas  
La anécdota infinita

Jesús Cracio lleva a las Naves del Español en Matadero de Madrid la obra ¿Que no…? adaptación teatral basada en el libro «Ejercicios de estilo» de Raymond Queneau que ya estrenara 30 años atrás. Un elenco joven y entregado se pone al servicio de un montaje que termina siendo prescindible, no por lo repetitivo sino por su falta de ambición.

Una anécdota cotidiana, un relato de una situación que no tiene mayor importancia. Unas breves frases y palabras, adjetivos, pronombres, preposiciones, verbo y sujeto. Todo lo que conlleva relatar un suceso. ¿Que no…? es el relato de una anécdota sin mayor relevancia pero contada de diversas formas y prismas. La gracia del montaje es ver como un mismo relato, en boca y persona de distintos personajes y situaciones se torna en algo más que una anécdota anodina.

Clasificable muy cerca del Teatro del absurdo, este ¿Que no…? se queda en un intento de algo más profundo, ya que no llega a dejar claro que intención hay en este montaje a estas alturas, más que el capricho o la falta de ambición. No se le puede echar la culpa de ello al elenco. Todos de una juventud insultante dan lo mejor de sí mismos por levantar un espectáculo en el que el interés decae por momentos. Destacar en el amplio reparto a Álex Villazán, curtido en montajes exigentes, despliega aquí sus dotes tanto actorales como físicas, sobradamente preparado para retos más exigentes que este que se le presenta. Mismo caso el de Fernando Sainz de la Maza, al que siempre es agradable ver sobre un escenario. Rosa Martí que se encuentra comodísima en unos personajes que le vienen como anillo al dedo. Arturo Martínez Vázquez haciendo gala de su imponente físico en ese hombre encadenado y desconcertado. Nur Levi, Claudia Salas y Paloma de Pablo en uno de los episodios mejor resueltos, tanto actoralmente como escenográficamente. Javier Ballesteros defiende con nota sus intervenciones. En realidad no se puede poner un pero al trabajo del reparto.

Una escenografía que pretende mezclar todos los universos de los distintos relatos pero que se desdibuja en la inmensidad del espacio que ofrece la Sala Fernando Arrabal.

Sale uno de ¿Que no…? igual que ha entrado. Esa es la pega, la intrascendencia de un montaje que debería atrapar al espectador y que despues de 34 versiones de la misma anécdota, termina por provocarle la divagación y algo de pesadez.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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