novedades
 SEARCH   
 
 

29.09.2021 Críticas  
Celebrado inicio de temporada

El Gran Teatre del Liceu de Barcelona ha inaugurado la temporada de su 175º aniversario con Ariadne auf Naxos, ópera con música de Richard Strauss y libreto de Hugo von Hofmannsthal, bajo la batuta del maestro Josep Pons y la dirección de escena de Katie Mitchell. Una ópera que trata el clásico teatro dentro del teatro mientras reflexiona sobre contradicciones del amor y la vida.

El Liceu abre las puertas de la temporada de su 175º aniversario dedicada al paraíso con una de las obras más representativas del tándem Richard Strauss y Von Hofmannsthal, Ariadne auf Naxos, que estará en el escenario del Gran Teatre hasta el 4 de octubre. La propuesta, avalada por un gran éxito en su estreno en 2018 en el prestigioso Festival de Aix-en-Provence, está coproducida junto con el Liceu, el Théâtre diciembre Champs Élysées, Theatro de la Ville de Luxembourg, Finnish National Opera & Ballet y la Royal Danish Oper.

El hombre más rico de Viena ha organizado una velada especial en su casa; antes de que la noche concluya con un espectáculo de pirotecnia, en el salón se representarán dos obras: una pieza humorística del estilo commedia dell’arte y Ariadne auf Naxos, una ópera seria según la tradición del siglo XVIII. El contraste, ahora bien, crea tensión y hostilidad entre las dos compañías, porque se trata de dos estilos de teatro musical que surgieron al mismo tiempo pero que, con el paso de los siglos, se han ido distanciando. La compañía de ópera seria no quiere mezclarse con la otra, a la que tacha de vulgar, y así empiezan los roces y los desprecios. No obstante, ambos repartos deberán encontrar un punto en común, porque el hombre más rico de Viena decide a última hora que las dos obras se representarán al mismo tiempo, ya que necesita que todo termine antes de que empiecen los fuegos artificiales.

La intención de R. Strauss y Von Hofmannsthal en la ópera es sencilla, colisionar dos tradiciones, dos tipos obras, que se habían separado a finales del siglo XVII: la seria y la sopla. Hacerlas confluir en un solo escenario deformándolas a cada paso. El gran entretenimiento burgués de finales del cambio de siglo, que había perdido cualquier tipo de sentido del humor, podía volver fugazmente a un tiempo en el que había sido popular, divertido y sin prejuicios. Ariadne auf Naxos parte así de la base que la ópera es el arte de todas las artes.

Por su parte, la versión que nos presenta Katie Mitchell plantea la historia del hombre más rico de Viena, que ha encargado una ópera seria a un joven compositor, además de invitar a un grupo de actores de la comedia del arte. Mientras pide que actúen todos a la vez, la frívola Zerbinetta intenta convencer a la trágica Ariadne que los hombres son todos iguales e incluso intercambiables, poniendo en el punto de mira cuestiones relacionadas con la fidelidad, la sexualidad y la presentación pública de hombres y mujeres. En este aspecto, la directora introduce un matiz interesante en el personaje de Ariadne, ya que no sólo es abandonada por Teseo en Naxos, sino que también está embarazada. Durante la representación, en la que Ariadne lucha contra el deseo de morir, también se apuntan cuestiones sobre el aborto, la vida y la muerte, que quedan resueltas en los minutos finales, cuando finalmente da a luz. Este bebé, símbolo de la vida nueva, es también un resumen moral de la ópera: la creación es el producto del conflicto entre opuestos, de la mezcla y de la confusión, no hay formas puras, sino que la vida, como el arte, es un laboratorio de ideas y opciones en el que todo es posible, y corresponde al público decidir qué prefiere: si el camino rígido de la tradición, el camino conflictivo de la subversión o la vía intermedia en la que historia y futuro van de la mano.

Katie Mitchell ha apostado muy inteligentemente por dar una visión muy actual de la ópera, marcando así las grandes diferencias que aun, hoy en día, hay en los roles de género. Una crítica dura y real a un mundo en el que el rol femenino sigue subyugado y sin posibilidad de decidir por sí misma ante un espejo de falsa libertad. A su vez, destacar el juego que podemos ver entre «bambalinas» y como el público forma parte de la obra rompiendo continuamente la cuarta pared para hacerlo más partícipe. No es extraño que el montaje fuese todo un éxito en su estreno en 2018.

En lo relativo a la interpretación operística, Ariadne auf Naxos requiere un alto nivel vocal para poder defender una partitura tan exigente. Miina-Liisa Varela nos presentó una Ariadne sublime, presentando una mezcla de potencia wagneriana con una voz cuidada y acertada.
Junto a ella, Elena Sancho Pereg -cantante donostiarra que ganó el premio Opernwelt a la mejor joven de la temporada 2015/2016- presentaba una Zerbinetta perfecta y encantadora con una coloratura que desafiaba la ley de la gravedad en sus conversaciones con Ariadne. Uno de los momentos más celebrados de la noche fue su interpretación del aria Großmächtige Prinzessin, con continuas subidas y bajadas por el espectro más agudo de la tesitura de soprano. ¡Brava!
Por último, destacar el papel de las tres ninfas que acompañan Ariadne en su prisión de Naxos, Núria Vilà, Sonia de Munck y Anaïs Masllorens, quienes nos maravillaron con su fantástico y elegante control vocal mostrando diferentes coloraturas. Una lección de lírico en escena.

En su inicio de temporada, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona ha sabido presentar una ópera diferente a lo que nos tiene acostumbrados. Un gran acierto por parte de la dirección ya que, por fin, recuperamos a un esperado Richard Strauss. El 175º aniversario del gran teatro barcelonés está plagado de éxitos. Nosotros no pensamos perdernos ni uno.

Crítica realizada por Norman Marsà

Volver


CONCURSO

  • COMENTARIOS RECIENTES