El Festival Grec Barcelona continúa, no solo en los teatros grandes sino también en las salas acogedoras y pequeñas de la ciudad. La sala Atrium programa durante unos días (y ha agotado entradas) La dona del tercer segona, en donde el tándem Borràs-Benet vuelven a trabajar juntos en una obra para una sola voz en la que Víctor Borràs escribe e Iván Benet dirige.
Después del éxito de La lleugeresa i altres canciones, donde Borràs co-escribía y ya se rozaba el tema de las enfermedades mentales, en La dona del tercer segona Borràs se sumerge de lleno en la vida de un joven con esquizofrenia. En esta ocasión, en vez de trabajar la primera persona, conoceremos al protagonista en tercera persona desde la voz de una madre que se va rompiendo a medida que pasan los 70 minutos de función.
La dramaturgia de Borràs hace un recorrido por el día a día del muchacho, sin profundizar tanto en qué es la enfermedad, sino en cómo esta le afecta a él mismo y a los demás. En casa, en la familia y en la comunidad minuto a minuto van apareciendo pequeños (y grandes) matices de lo que supone convivir con la esquizofrenia. Pero la grandeza del texto es que no solo cuenta una historia (que ya hubiera estado bien, en sí mismo) sino que presenta dilemas para que el espectador (la comunidad de vecinos) piense y responda en su interior. ¿Qué único lado conocemos o queremos ver en personas con esa condición? ¿Qué aporta el sistema sanitario y social en estos casos para ayudar? ¿A qué límites se pueden llegar bajo la desesperación?
Àurea Márquez protagoniza impecablemente. El actor siempre lo tiene que entregar todo en cada función, pero es especialmente necesario en las distancias cortas. Y cuando tienes a 3 metros a una intérprete a la que ves temblar o llorar, sabes que las cosas se están haciendo chapeau. Márquez rompe la cuarta pared desde el comienzo y nos envuelve en su vergüenza, en su dolor, en sus miedos, en su desazón. Es imposible no empatizar con esa madre. El trabajo conjunto y la conexión dirección-actriz quedan patentes minuto a minuto. Ivan Benet, quien estrenaba sus dotes de director en La lleugeresa, vuelve a demostrar que ya tiene por la mano el formato pequeño y que la dirección actoral la pasa con nota alta. Supongo que estar sobre las tablas durante tantos años es un gran añadido al ponerse al otro lado.
Otros dos protagonistas sobre el escenario son los espacios que la compañía ha creado. El escénico de Claudia Vilà, mínimo en attrezzo pero que se hace grande y envolvente con los vídeos de Anna Oset, así como el sonoro de Guillem Llotje. Ambos, imágenes y música, acompañan a Márquez durante todo el trayecto de la reunión de vecinos, sacándonos de la normalidad y trasladándonos a su estado mental.
Esta producción de Teatre Nu vuelve a encantarnos una vez más y los calurosos aplausos del final así lo demuestran. Es cierto, el público de Barcelona está sediento de teatro, pero eso no justifica que Márquez saliera cuatro veces en los saludos. El público aplaude los trabajos bien hechos, que tienen forma. Que te dicen cosas y que te remueven. Que te los crees. La dona del tercer segona es uno de esos trabajos. Y aunque estos días ya han agotado, apunten en sus agendas, que vuelven en septiembre.
Crítica realizada por Diana Limones
