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23.07.2021 Críticas  
Un estreno internacional inigualable

Considerado el «musical perfecto», My Fair Lady de Frederik Loewe llega al Gran Teatre del Liceu de Barcelona para realizar dos únicas funciones, los días 22 y 23 de julio, en una versión concierto semiescenificada firmada por el director de escena británico Guy Unsworth y dirigida musicalmente por Alfonso Casado Trigo.

My Fair Lady de Frederik Loewe y libreto de Alan Jay Lerner es un musical, basado en la comedia Pigmalión (1913) de George Bernaw Shawes, que cuenta la transformación de Eliza Doolittle, una vulgar y malhablada florista de los bajos fondos de Londres que acaba convirtiéndose en una dama refinada. La vida de la muchacha cambia cuando un fonólogo, Henry Higgins, la encuentra una noche cerca del Covent Garden mientras toma notas sobre el acento cockney y decide enseñarle a hablar correctamente. Previamente ha apostado con su amigo, el Coronel Pickering, que logrará convertir a esa miserable en una distinguida dama de la alta sociedad.

El musical My Fair Lady comenzó a tomar forma a mediados de la década de 1930, cuando Gabriel Pascal se hizo cargo de los derechos del libro de Shaw. El libretista y letrista Alan Jay Lerner (1918-1986) y el compositor de origen alemán Frederick Loewe (1901-1988) se pusieron a trabajar de inmediato, pero el trabajo se vio interrumpido por las dudas sobre la viabilidad del proyecto. Después de la muerte de Pascal, el proyecto se reanudó hasta la finalización del musical, que se convirtió en una pieza muy popular tanto en los Estados Unidos como en Inglaterra. Se estrenó el 15 de marzo de 1956, con Julie Andrews como protagonista, una actriz que finalmente fue rechazada para la adaptación cinematográfica de 1964, dirigida por George Cukor. Interpretaron los papeles principales Audrey Hepburn –doblada en las canciones por Marni Nixon— y Rex Harrison. La película siguió la línea ascendente del musical y ganó ocho premios Óscar, incluyendo mejor película, mejor director y mejor actor (Rex Harrison).

La versión teatral de My Fair Lady es uno de los musicales clásicos más recordados y aclamados. Galardonado con nueve Premios Tony en 1957, todos tenemos en nuestra cabeza canciones como “Why Can’t The English?”, del Profesor Higgins; la divertida «The Rain In Spain«, en la que Eliza Doolittle repite las lecciones fonéticas de la profesor hasta la saciedad (y el momento más cómico de Eliza), o su canción de lucimiento «I Could Have Danced All Night«; un himno altamente versionado.

En la versión que pudimos disfrutar anoche, el reparto contaba con las voces de Ellie Laugharne (Eliza Doolittle), Steven Pacey (Profesor Higgins), Richard Suart (Coronel Pickering), Peter Polycarpou (Alfred P. Doolittle), Nadim Naaman (Freddy Eynsford Hill) y Susie Blake (Mrs Higgins/ Mrs Pearce/ Cockney Woman); el mismo elenco que hace solo unos días presentaba la obra en el Grange Festival de Londres. Alfonso Casado Trigo, director de orquesta y especialista del género musical, es el encargado de dirigir batuta en mano a la Orquesta Sinfónica y al Coro del Gran Teatre del Liceu.

No es la primera vez que Alfonso Casado trae a nuestro país a estrellas del West End Londinense para interpretar género musical en inglés. Durante varios años, fue el artífice de la ya clásica noche de musicales en el Festival Jardins Pedralbes. Ahora, Casado vuelve unos días a casa para presentarnos algo totalmente diferente; un show completo. Y, dios mío: ¡Vaya show!.

En esta versión del musical, Guy Unsworth asume la propuesta semiescenificada de esta producción. Con un escenario en el que predomina una orquesta y un coro a la vista de todos (gracias por la idea de darles este protagonismo), el espectáculo se completa con 6 sillas rojas con ribetes en oro, una para cada personaje, entre las cuales encontramos 4 gramófonos antiguos con los que el Profesor Higgins se dedica a registrar la voz de Eliza. Una escena marcada por su sencillez y sobriedad que nos ayuda a prestar atención a la interpretación de los actores y actrices en escena. Nada superfluo, nada que nos distraiga. Todo basado en la música y las interpretaciones.

Empezando por la música, hay que alabar el gran trabajo que Alfonso Casado y Conxita García han realizado con la Orquestra y el Coro del Gran Teatre del Liceu; respectivamente. El poder tener a la orquesta a simple vista y no en el foso como casi siempre ocurre en los musicales, promueve una atención extra del espectador que disfruta aun más el musical. Debido a la alta calidad de ambas formaciones, incluso los actores y actrices principales giraban sus cuerpos para poder disfrutar del espectáculo desde dentro. El Coro, que podemos encontrar tras la orquesta, nos dejó gran sabor de boca; aunque en ocasiones lo escucháramos demasiado lejano. Las voces principales que interpretaron varios personajes secundarios de la obra lo realizaron de una forma inigualable. Perfecta dicción y presencia; tal como el Profesor Higgins querría. ¡Bravo por el trabajo realizado!

Por último, si hablamos de los personajes principales del musical, hay que decir que lo que vivimos ayer fue un absoluto sueño. Calidad vocal, calidad interpretativa y una admiración mutua entre ellos/as, presagiaba a los cinco minutos del inicio de función que esta iba a ser un éxito. Y así fue. Perfección sería la palabra para englobar lo que sucedió anoche. A destacar las interpretaciones de Ellie Laugharne, como Eliza Doolittle, en su evolución (vocal e interpretativa) como florista malhablada a dama de la alta sociedad y mujer segura; Peter Polycarpou como Alfred P. Doolittle (padre de Eliza), el contrapunto más cómico de la noche con el que todo el público disfrutó de sus bravuconearías continuas; y Susie Blake quien interpretó a Mrs. Higgins, Mrs. Pearce y una mujer Cockney, cuyas cortas interpretaciones, muy diferentes entre sí, sorprendían por su absoluta y sincera naturalidad.

Hacía varios años que el Gran Teatre del Liceu de Barcelona no programaba un musical dentro de su temporada teatral; el último fue en 2014 cuando nos deleitaron con Porgy and Bess. Esperamos que ahora, tras ver la reacción del público llenando sus butacas, el gran teatro barcelonés se anime a programar de nuevo un musical internacional lo antes posible.

Crítica realizada por Norman Marsà

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