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19.07.2021 Críticas  
Oscuros celos

Tosca, de Giacomo Puccini cierra la temporada 2020-2021 en el Teatro Real de Madrid. Una temporada arriesgada y llena de retos. Tosca es un buen punto final a la misma. Una ópera mítica, bien resuelta. Un montaje que pese a no ser de los más emotivos deja servidas las ganas de la próxima temporada.

Al Teatro Real le sientan bien los autores italianos. El público del Real agradece la programación de Puccini, Verdi y Donizetti. Cerrar la difícil temporada 2020-2021 con Tosca es todo un acierto. Además hacerlo con la propuesta escénica de Paco Azorín, ya estrenada en el Gran Teatre del Liceu hace unas temporadas, y que no se había podido ver aún en Madrid, es garantía de aplauso y de éxito. Es cierto que Tosca es un título recurrente, pero en estos tiempos se agradece ver una ópera clásica, con todos los ingredientes necesarios para desconectar del ruido exterior y centrarse en las cuitas amorosas de Tosca y en los terribles celos de la misma.

Poco se puede añadir a la bella partitura de Puccini, que regala al respetable momentos inolvidables como el aria de Tosca, Vissi d’arte, o la conmovedora despedida del malogrado Caravadossi, E lucevan le stelle. Solo por esos momentos merece la pena sentarse a disfrutar la inmortal historia de la cantante y el pintor.

El segundo reparto que se presenta en esta producción está mas que a la altura de lo requerido. Un espléndido Michael Fabiano -cada vez más querido por el público madrileño- se luce a lo grande en su papel, llegando a conmover en su despedida en lo alto del Castel Sant’ Angelo. Maria Agresta como Tosca brilla con nota. Tiene el desafío de estar a la altura de la Tosca que interpreta Sandra Radvanovsky en el primer reparto y que al parecer es de otro mundo. Pero dejando las comparaciones a un lado, la Agresta está más que correcta, está excelente. Hay que mencionar también a Geborg Hakobyan como el malvado Scarpia. Uno de esos personajes tan viles como atractivos. Lo borda el barítono armenio en la que es su primera intervención en el Teatro Real.

Al frente de la orquesta, un conocido y reconocible Nicola Luisotti que imprime su brío personal a la dirección. La propuesta escénica de Paco Azorín nos lleva a un universo de claroscuros. Destacan el negro y el rojo. La capilla donde pinta Caravadossi es de una estética acharolada que contrasta con la época. Brillante final del primer acto con la aparición de la comitiva y el Te Deum. El desenlace de la ópera en los tejados del Castel Sant’ Angelo es sobrecogedor. Quizá la luz no es la más acertada, faltando matices y siendo muy pesada sobre los intérpretes. Introduce Azorín la figura de una mujer desnuda en tres momentos clave de la historia, dando ese toque de modernidad un poco añejo ya.

Tosca se disfruta de principio a fin. Lo que empieza siendo una historia de amor y celos, se va transformando en una historia de suspense e intrigas, con un desenlace de lo más sobrecogedor. Cierra el Teatro Real con nota esta temporada. Temporada en la que ha conseguido el más que merecido premio al mejor teatro operístico del mundo. Baja el telón ahora para preparar la próxima en la que de seguro volveremos a emocionarnos con la belleza y perfección de historias como la de Tosca.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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