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20.06.2021 Críticas  
De recuerdos, rosas y canción

Lara Salvador Peydro ha hecho lo que le apetecía. Y lo ha hecho la mar de bien. Qué sabe nadie o les cançons de Penèlope es la pieza larga que ha creado a partir de la pieza corta que ganó el Premi de Dramatúrgia Russafa Escènica 2020 y que ha recalado unos días en el Teatre Tantarantana de Barcelona.

En esta entrevista que publicamos recientemente y que podéis leer aquí, Lara Salvador nos contaba el proceso de creación y el origen de la obra, que se remonta a cuando ella era una niña. Es una obra personal y familiar, basada en su necesidad de dar a luz un proyecto propio y de cerrar en su interior un suceso (la desaparición de un tío suyo, hermano mayor de su madre) que siempre ha estado muy presente entre los Peydro. Una obra que habla de la espera y de cómo, a veces, uno tiene que dejar de esperar lo que no está (vista en el futuro) y disfrutar de lo que sí tiene (vista en el presente).

Es así como Lara se sienta a escribir durante la pandemia un texto que contiene historia, canciones, confesiones y recuerdos de su infancia. Con aroma a cabaret, sentido del humor (aunque ella deja claro que no es una comedia) y mucha, mucha emoción nos transporta al universo de su cabeza plasmado en una escenografía (por Luís Crespo) de cortinas de hilo, butacas, rosas y un vibráfono. En escena, junto a ella, su padre Jesús Salvador ‘Chapi’, que además de tocar el instrumento y aportar los arreglos de algunos de los temas y la composición musical de los otros, es la presencia que aporta un exacto equilibrio a una pieza que interpreta una mujer y que dedica a las mujeres de su familia.

Lara canta precioso, habla precioso y se viste precioso. Me encanta que se haya elegido un vestuario tan elegante, a cargo de Isabel Peydro Alcaide, para acompañar la música y las rosas (solo me faltaba a mí la copa de vino en la mano). Dos vestidos, uno de terciopelo negro para arrancar como Penélope y otro rosa de satén para dejarla, por fin, atrás. Durante el recorrido, se calza y se descalza; coloca bien las rosas; recoge las cortinas y se asegura de que queden bien. Cuida todos los detalles. Así es Qué sabe nadie. Unos recuerdos llenos de detalles recogidos en 70 minutos. 

Se nota cuando un proyecto es intimista. Se nota cuando hay una necesidad que ha de ser cubierta. No quiero desvelar nada, pero el desenlace del nudo que Lara tiene en su pecho desde hace años es una de las cosas más emotivas de la pieza y cómo lo ha pensado en su cabeza y cómo lleva a cabo la ejecución es de 10. Teatro y vida. O vida y teatro. Da igual. Llega un momento en que no existe diferencia.

Este es un proyecto que me llega, que encuentro valiente, sanador y sensible. Es el sueño de Lara desde que era pequeña y que por fin ha llevado a cabo. Se acabó el esperar. Como dijo Benedetti: «Ojalá que la espera no desgaste mis sueños». Gracias a Dios, su espera no desgastó los de Lara Salvador Peydro y por eso hemos podido disfrutarlos. 

Crítica realizada por Diana Limones

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