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08.05.2021 Críticas  
Sondra Radvanovsky: La Reina

Sondra Radvanovsky vuelve al Gran Teatro del Liceo de Barcelona para presentar un concierto que quedó pendiente por la pandemia: Las Tres Reinas. El repertorio reinventa las escenas finales de la Trilogía Tudor de Gaetano Donizetti (Ana Bolena, Maria Estuardo y Roberto Devereux) para mostrarnos que, Sondra, es y será la soprano de las sopranos. La reina.

El recital que pudimos disfrutar el pasado jueves 6 de mayo (y que vuelva a ofrecerse esta noche), recoge grandes escenas de la Trilogía Tudor de Gaetano Donizetti en el que podemos encontrar a Las Tres Reinas: Anna Bolena, María Stuarda y Elisabeth I. Tres fragmentos sin pausa que revisan fragmentos de las 3 óperas de Donizetti en este orden: Apertura y escena final nº 15 y aria 16 de Anna Bolena, apertura y escena final nº 9 de María Stuarda y apertura y escena final nº 6 de Roberto Devereux.

La soprano norteamericana consiguió conquistarnos con un exigente programa y un gran dominio técnico que dejó al público sin aliento. Fragmento tras fragmento, el respetable no dejó de aplaudir efusivamente la maestría que se mostró en escena. Un dominio del bellcanto que solo una voz todo terreno como la de Sondra Radvanovsky puede mostrar con aparente sencillez y acierto. Un repertorio de lujo para muchas sopranos que parece estar relegado en las grandes cunas de la ópera y que, por lo que pudimos ver, el público demanda con ansia.
Su actuación destiló fuerza y seguridad en las dos primeras reinas y, a su vez, supo defender la potente carga dramática que apoya a la última. Tres reinas muy diferentes entre sí pero que en voz de Radvanovsky irradiaron una luz especial que las hizo vulnerables, magnéticas y sinceras a la luz del respetable. Una maravilla que no hay que dejar pasar.

Junto a la soprano pudimos disfrutar del trabajo de la mezzosoprano Gemma Coma-Alabert (magnífico trabajo vocal y actoral), el barítono Carlos Pachón (que gran presencia y técnica vocal) y el tenor Marc Sala (quien aún mostrar inconvenientes en la proyección vocal, nos dejó una actuación espléndida). No olvidamos tampoco el apoyo y participación de la Orquesta Sinfónica y el Coro del Gran Teatro del Liceo quienes estuvieron correctos en la noche del estreno en la ciudad condal. Todos ellos, bajo la batuta del maestro Riccardo Frizza, nos dejaron un perfecto sabor de boca en una noche donde las manos nos dolieron a rabiar.

Por último, alabar la arriesgada, elegante y minimalista propuesta escénica e iluminación del director Rafael Villalobos quien apoyada del vestuario de ensueño de Rubin Singer hizo que pasáramos una noche espléndida que querríamos repetir una y otra vez.

Crítica realizada por Norman Marsà

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