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07.05.2021 Críticas  
It’s a white’s world

De Barcelona llega a la sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán de Madrid El combate del siglo de Denise Duncan, en un relato en la Barcelona de los años 20 abierta, cosmopolita y antagónica de los Estados Unidos en la misma época.

Partiendo de retazos de la vida de Jack ‘Fucking’ Johnson, El Gigante de Galveston, Denise Duncan crea una obra de ficción recreando las andanzas de este gigante que pasea por Las Ramblas, frecuenta todos los cabarets de Barcelona, y se enfrenta a un pasado que le persiguió a través del Atlántico y a todas las secuelas que el boxeo provocó en su cabeza, asistiendo a El combate del siglo, que no solo fue el que le enfrentó a Jeffries sino la continua lucha en mantener un matrimonio arrinconado en un corner del ring.

Armando Buika es el gigante negro perseguido por el fantasma de un Jeffries interpretado por Àlex Brendemühl, y acompañado en su periplo barcelonés por las Knock-Outs, el trío cabaretero del Excelsior, donde Queralt Albinyana, Yolanda Sikara y Andrea Ros roban el foco del protagonismo masculino del cartel, creando un montaje musical dentro de una ficción dramática que deja con ganas de mayor presencia escénica.

El combate del siglo es un proyecto coral en todas las disciplinas involucradas en el montaje, donde una excelente escenografía de Víctor Peralta, iluminación de Guillem Gelabert, y vestuario de Nina Pawlowsky envuelven en su fuerte carácter a un elenco donde la fuerza física recae en los protagonistas masculinos, pero el poderío escénico es soportado por tres mujeres brillantemente dirigidas por Marco Mezquida como las Knock-Outs y Denise Duncan en la dramática.

Denise Duncan crea este El combate del siglo como autora residente de la sala Beckett 2019/20 y entra dentro de la tendencia actual de volver a las estructuras dramatúrgicas clásicas, de narración lineal y exposición clara de los hechos y las intenciones, entregando al espectador una pieza de fácil consumo, placentera al paladar, y rápida digestión, símbolo del tiempo actual en el que lo que se busca mayoritariamente son divertimentos y distracciones que no planteen dilemas ni levante mas cuestionamientos vitales que los que ya nos suponen enfrentarnos a un cambio de paradigma y una existencia en tiempos de pandemia. Los últimos grandes éxitos de las temporadas teatrales nacionales son montajes directos, narrativos y muy cinematográficos en la puesta en escena, como este o «El bar que se tragó a los españoles» de Alfredo Sanzol o yendo al extremo pretencioso del «Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach» de Nao Albet y Marcel Borràs.

Uno llega al montaje por el relumbrón en el cartel de Àlex Brendemühl, y se queda con El combate del siglo con el trío femenino, que en su dirección cuentan con el fantástico margen de poder imprimir carisma y personalidad singular a los tres únicos espíritus libres de un universo encorsetado por la raza, la posición social o el acceso a la cultura; y precisamente ellas lo hacen a sostén quitado y liberadas del yugo machista: son empresarias, son libres, gozan de sus carnes con quienes se les antoja, y castigan sus hígados porque les pertenecen. Aunque sus decisiones vitales parecen que han sido tomadas en pos de un mandato masculino, estas han sido ejecutadas con la voluntad que las ha movido a ellas, sin amo ni señor a cuya voz obedecer.

El combate del siglo no tendrá en Madrid la repercusión que quizás podría permitirles el lleno función tras función por estar programados en un horario que flaco favor hace a la compañía y a la audiencia, pero aunque la presencia de público sea de nueve espectadores para cinco actores, el calor de estos, y unos intérpretes que disfrutan con una función que les divierte, son suficientes para que Denise Duncan quede instaurado en el radar teatrero de la capital y deseo que disfruten de una exitosa gira nacional de las fantásticas Knock-Outs.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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