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06.05.2021 Críticas  
Recordemos celebrar la vida

Guillem Albà & La Marabunta han estrenado su nuevo espectáculo Jaleiu en el Teatre Victòria de Barcelona. El show que puede verse los martes del mes de Mayo llega con más energía que nunca y con muchas ganas de hacer pasar un buen rato al público. Déjate llevar y celebra que estás aquí.

Después de 7 años de gira con el éxito Marabunta, Guillem Albà presenta Jaleiu, un nuevo show que mantiene el espíritu de este querido y añorado espectáculo y que convierte el escenario del teatro en una gran fiesta llena de humor y ritmo.

La propuesta que nos presentan combina divertidos números de payaso, improvisación y juegos con el público con diferentes estilos musicales que interpretarán en directo los seis músicos de La Marabunta formada por Edgar Gómez, Àlvar Monfort, Albert Comaleras, Martí Soler, Luisma Villegas y Irene Garcés.

Jaileu bebe de la misma fuente que su espectáculo predecesor y, a su vez, se ajusta a los tiempos actuales de pandemia e incorpora algunos cambios. La participación directa del público, por ejemplo, se realiza esta vez respetando todas las medidas de seguridad y, en mayor medida, desde el escenario y no tanto desde la platea o con «voluntarios» en escena (que alguno que otro puede haber; no se fíen mucho de Albà).
Por otro lado, la puesta en escena es muy similar a la presentada en el anterior espectáculo pero con notables mejoras que hacen que la banda de músicos en escena tenga mucha más presencia e interacción con el clown e, incluso, con el público.

Me gustaría recordar que en Marabunta (el hermano mayor de Jaleiu) nació como un homenaje al gran trabajo que hacía Jango Edwards en su época. La potencia de la mezcla entre el payaso contemporáneo y la música en directo. Según Guillem Albà: «Jaileu no es la segunda parte de Marabunta, pero sí es la continuación de este proyecto que tan buenos momentos les ha dado» y, yo mismo añado, nos ha dado a todos.

Si bien es cierto que Marabunta fue un gran boom en la época que se estrenó (los tiempos actuales no propician un acercamiento a una locura similar a la que sentimos saltando entre butacas del Teatre Condal allá por el verano del 2016. ¡Que gran noche!); Jaileu no se queda corto ni lejano en ningún momento. Tiene todos y cada uno de los «ticks clownicos» que esperamos de Albà y la gran alegría que los chicos y chicas de La Marabunta nos hacen sentir con su música. Ese «buenrollismo» que sientes cuando tu canción favorita empieza a sonar, que no querrías dejar de bailar, reír, cantar e incluso llorar (digamos de alegría). Todo ese cóctel se mezcla bien removido (que no agitado; gracias señor Bond) para dar un espectáculo que bebe de las raíces del clown contemporáneo que tanto nos gusta.

Junto a Guillem Albà y La Marabunta, reconocemos las voces y/o trabajos de Natza Farré (Nazaret Farré) quien nos da la bienvenida al teatro y nos introduce de lleno en el tipo de humor que vamos a poder disfrutar minuto después. Un inicio muy gracioso que hace que empieces el show con sorpresa y empieces a reír justo apagar las luces de sala. No hay un mejor inicio que disfrutar de esa bordez entusiasmada que irradia.
Por otro lado, la ya reconocida coreógrafa Ariadna Peya se ha encargado del movimiento escénico. Un dificultoso trabajo que hace que las bromas no se sientan tan estáticas en escena y que el clown contemporáneo que se presenta recabe aun más en el público.

Según Guillem Albà: «Mi único objetivo es hacer que la gente se ría y se olvide de los problemas del día a día. Una escapatoria para desconectar de todo. Salir del teatro con más energía y con más ganas de vivir. Celebrar que estamos aquí, y que ya que estamos vivas y vivos, lo tenemos que aprovechar». Ciertamente, su objetivo queda superado y consolidado en un momento en el que, bajo toques de queda y prohibiciones de abrazarnos, podemos sentirnos todos bien cercanos y en comunión. Efectivamente, pese a restricciones varias, la locura no puede ser tan grande como la que tuvimos con el hermano mayor de Jaleiu pero al pequeño también lo queremos y nos llena. Y es que, todo lo que Guillem Albà toca se convierte en risa (de esas amplias en las que luego te duele la cara durante días) y eso nos ayuda más que una sesión de psicólogo.

Riamos, disfrutemos y visitemos a Albà en el Teatre Victòria de Barcelona. Recordemos que hemos de disfrutar de la vida. No olvidemos que estamos vivos.

Crítica realizada por Norman Marsà

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