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28.04.2021 Críticas  
La escenificación concreta y figurativa del abuso

La Sala Beckett de Barcelona da el pistoletazo de salida al ciclo #jotambé con Sandra, escrita y dirigida por Daniela Feixas. Una pieza que se adentra en un engranaje puesto en marcha a partir del extrañamiento y el vínculo entre dos personajes que lo son en presencia y en esencia y que Elena Tarrats y Josep Julien defienden con acierto alusivo y sugerente.

Violencias de género y estructuras de poder. Feixas elige el género del thriller para enfocar desde la ficción un asunto francamente doloroso y de un personaje real. Formateando todo el conjunto desde un matiz profundo y psicológico, el espectador participará de un lenguaje interno y un espacio físico y mental que crean y al mismo tiempo rompen la literalidad del relato. La obsesión y el abuso hacia la figura inocente e indefensa, joven o animal. Repeticiones y variaciones. Presencias en la oscuridad que se muestran con todas sus contradicciones. Un cuestionamiento del desamparo y de la legitimación que, de algún modo y sobre el papel escrito por las historias, perpetúan un ideario caduco y dañino. Personajes reales o imaginados que siempre van más allá de lo que la acción insinúa y cuya voz resuena incluso por el recoveco más escondido u oculto de la connotación implícita. El vínculo y sentimiento de pertenencia. Quizá la toma de consciencia y responsabilidad tras una o varias visitas inesperadas y que lo trastocarán todo.

Empoderar a través del razonamiento y la capacidad de convicción que la ficción permite. Preguntas formuladas que resuenan y nos sumergen hasta los cimientos más abismales. ¿Qué sucede cuando se tambalean las vigas morales del éxito que legitima y desasiste? La extrapolación a partir de lo perceptivo. Aquí Feixas nos sitúa en estado emocional y anímico cercano al que sentimos con El bosc (2011) o Ausencias (2018). De la primera, recuperamos las resonancias de aislamiento de los personajes y del espacio (allí un bosque, aquí un jardín). Vidas solitarias y/o silvestres. Desconfianza, agresividad y profundización. El desamparo y la necesidad de compañía que se esconden tras una punzante sensación de soledad. De la segunda, retomamos personajes a partir de los cuales se confunden o simplemente se eliminan las fronteras entre realidad (en este caso también escénica) e imaginación (la suya y la nuestra). Necesidad de superación y salvación.

Asimismo, las unidades de espacio y tiempo se adaptarán a esta doble naturaleza concreta-figurativa. Todo esto se transmite también a las interpretaciones. El tándem formado por Tarrats y Julien arriesga y se lanza a esta aventura sin olvidar nunca la responsabilidad de semejante empresa. Un muy buen entendimiento escénico y un trabajo meticuloso y progresivo para mostrar tanto la urgencia como la necesidad y la dependencia mutua. Tanto ella como él encarnan la emoción y la personificación del suspense, incluso de actitudes o comportamientos compulsivos hasta lo patológico. Junto al texto y aproximación de Feixas, consiguen que nos reconozcamos en el cuestionamiento de las aristas de nuestra imaginación más cotidiana.

En este contexto, el equipamiento formado por escenografía (Anna Tantull), iluminación (Maria Domènech) y espacio sonoro (Judit Farrés) es excepcional. Cómo se puede ser tan fiel a la naturaleza de la pieza sin caer nunca en la redundancia es algo que merece ser descubierto en vivo. Un espacio salvaje y que infiere barrotes que son antes mentales que físicos y que muestra precisamente los oscuros más oscuros de los claroscuros lumínicos y auditivos. Tanto de los personajes como nuestros. Entre la percepción, la intuición y la duda estos detalles serán los que nos conectarán con los protagonistas de un modo que activa los sentidos y nos acerca al espectro aprehensivo que requiere la pieza.

Finalmente, Sandra demuestra el buen pulso de Feixas para mantener el foco tanto en la temática tratada como en el género elegido, optimizando las posibilidades de la vinculación entre ambos factores e incluyendo todas las disciplinas que intervienen en la puesta en escena. En este caso, destacamos de nuevo el dibujo y desarrollo de los personajes antes a través del esbozo alusivo y sugerente que por la delimitación de un itinerario explícito o delimitado en exceso. Inquietudes que ponen en primera línea, también en el terreno de la ficción, el debate social y artístico y la voluntad de tratar (trabajando, desenmascarando y solventando) la lacra del abuso y sus repercusiones psicológicas para todas aquellas víctimas que lo padecen.

Crítica realizada por Fernando Solla

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