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07.04.2021 Críticas  
Un mundo lleno de prejuicios

En la sala Margarita Xirgu del Teatro Español de Madrid se ha estrenado #PuertasAbiertas, obra escrita por Emma Riverola y dirigida por Abel Folk que habla desde el corazón de uno de los grandes conflictos del mundo actual, el terrorismo islamista.

#PuertasAbiertas habla de un conflicto que conocemos de cerca, que hemos padecido, sobre el que hemos leído multitud de noticias y del cual tenemos una opinión en la que nos hemos dejado llevar por los prejuicios que esta sociedad nos ha hecho tener. El problema es que los prejuicios pueden tener una gran influencia sobre cómo nos comportamos y esta obra pone en cuestión esos tópicos en un ágil diálogo entre dos personas pertenecientes a dos comunidades bastante enfrentadas. Se trata de una invitación a pensar, un espectáculo lleno de interrogantes que está dispuesto a remover conciencias porque está bien que el teatro no se dedique exclusivamente a entretener, sino también a estimular y transformar.

París está inmersa en el caos después de que varios atentados hayan provocado decenas de muertos. La ciudad está cerrada y el transporte público no funciona. Ante lo sucedido, vecinos y vecinas de la capital francesa invitan a sus casas a los que han quedado atrapados y Julie, la protagonista de la obra, también ofrece su apartamento a través de las redes sociales. Cuando suena el timbre se encuentra con un joven dispuesto a desmoronar su capacidad de entendimiento. Los diálogos ágiles, la exploración psicológica de los dos personajes y las proyecciones que tienen lugar sobre el fondo del escenario son los ingredientes perfectos para un cóctel con un ritmo endiablado pero, en cambio, éste es desigual y baja revoluciones sobre todo en la parte central. No sé si tendrá algo que ver la coreografía que siguen los personajes en determinados momentos, visualmente hablando es bastante llamativa y hermosa pero si encuadramos esos movimientos en la obra me da la sensación de que queda algo brusca y distrae de lo verdaderamente importante.

Sobre las tablas una actriz muy conocida del cine y la televisión, Cayetana Guillén Cuervo. Con la experiencia que tiene era sencillo pensar, antes de comenzar a ver el espectáculo, que su interpretación iba a ser magnífica y mis expectativas se han cumplido perfectamente. La actriz madrileña interpreta perfectamente a esa mujer que habla para desahogarse y que logra que el público se identifique con sus miedos. Se mueve como pez en el agua con una admirable facilidad para transmitir emociones y para ejecutar una labor tan impecable como la que tuve la ocasión de presenciar. Completa el reparto el actor Ayoub El Hilali que está correcto porque se desenvuelve más o menos bien con su personaje aunque su actuación resultó bastante rígida. Eché en falta vitalidad y fluidez que hicieran más creíble a ese joven árabe de 30 años que nos invita a ponernos en su piel. Un dúo bastante desigual al que le falta química sobre el escenario.

Aprovechan muy bien el espacio escénico que está provisto de pocos elementos pero suficientes para demostrar que sacan el máximo partido a cada recurso. Por otro lado, algo que me gusta mucho de la sala Margarita Xirgu es que la cercanía e intimidad que propicia con el público como resultado de su reducido tamaño. Se trata de un lugar sencillo que nos invita a la reflexión y nos hace partícipes de lo que se está representando.

Dejando de lado las interpretaciones y la escenografía diseñada por Paco Azorín, la iluminación, a cargo de él mismo y de Sergio Torres, logra ambientar perfectamente la sencillez de la vida misma, llena de miedo, que nos hace pensar sobre las creencias inconscientes que tenemos y las consecuencias en nuestras relaciones sociales.

Una obra que se va desgranando poco a poco para hacernos ver la cruda realidad de un mundo en no se utiliza una misma vara de medir para todos los grupos de personas.

Crítica realizada por Patricia Moreno

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