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05.03.2021 Críticas  
Pasado, presente y futuro

Llega al Teatro del Barrio de Madrid Una galaxia de luciérnagas, un monólogo duro, frío y árido escrito y dirigido por Aina Tur y con una Anna Alarcón dándolo todo en un papel que le exige tanta fuerza y garra como entrega y concentración.

Poco a poco vamos recuperando algunas producciones que se vieron obligadas a cancelarse o a darse a conocer vía streaming como consecuencia de la pandemia en que todavía estamos sumidos. Una de esas creaciones fue esta coproducción del Grec 2020 Festival de Barcelona, El Maldà, FiraTàrrega, Teatre Principal de Palma y Teatre Principal de Maó que tras ser incluida en sus programaciones, llega ahora al barrio de Lavapiés.

La escenografía e iluminación de Marc Salicrú te ponen alerta, aún no ha comenzado la representación y ese escenario convertido en un punto medio entre una cápsula y una tienda de campaña te transmite una extraña sensación. Los primeros compases verbales ejercen como máquina del tiempo trasladándonos hasta el 24 de julio de 1998, a un lugar de clima tropical donde la vegetación y la humedad -con el eco del espacio sonoro de Jaume Manresa– lo tiñen todo. Coordenadas de una cooperante que repentinamente se ven rotas por la irrupción de unos hombres armados que lo amenazan todo. Su cuerpo, su vida.

A partir de ahí Anna Alarcón desarrolla un relato que hila la vivencia en primera persona con el narrador que piensa también los que la acompañan, queriendo e intentando ponerse en su lugar. Una velocidad en la que desmenuza las sensaciones primarias que le brotaron en aquel episodio y de las que no toma conciencia hasta que las ordena tiempo después. Un proceso que la pone en contacto con una parte de sí desconocida, con la que no había interactuado hasta entonces y que floreció para quedarse y teñir no solo sus recuerdos y su memoria, sino también su presente y su posible futuro.

El texto de Tur -basado en una experiencia real vivida por ella misma- no es fácil, no escatima curvas y oscuridades para construir la realidad que pretende contar y la turba emocional con la que atraparnos. Cuesta seguirla en algunos pasajes. Sin embargo, su densidad no es gratuita ni artificiosa, tal y como demuestra el trabajo fresco y enérgico con que Alarcón consigue que su personaje se apodere de ella. Elegante y funcionalmente vestida por Mireia Costa, deja claro que la consistencia literaria no es una cuestión dramatúrgica, sino el ánimo convulso y bullicioso de esa mujer que no olvida lo que pasó ni su intervención directa en lo que ocurrió después.

Una galaxia de luciérnagas estará en el Teatro del Barrio hasta este domingo. Para los que no lleguen o quieran repetir sustituyendo el patio de butacas por el papel, que sepan que su libreto está editado por Libros de la Vorágine. A fin de cuentas, el teatro también se lee.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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