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22.02.2021 Críticas  
La obra de la que no hablan en Génova, 13

No podía haber fechas más propicias que las actuales para que Estado B. Kitchen / Ruz – Barcenas volviera al Teatro del Barrio de Madrid. El texto de Jordi Casanovas y la dirección de Alberto San Juan nos dejan bien claro la esencia y las ramificaciones de un asunto que sigue llenando espacio y tiempo tanto en los juzgados como en los medios de comunicación.

A estas alturas nadie duda de que Jordi Casanovas es uno de los máximos exponentes del teatro documento en nuestro país, aquel que parte de lo ya dicho y recogido con luz y taquígrafos para construir ficciones que, manteniéndose fieles a la verdad, dejan epatado a su espectador por la eficacia de su dramaturgia. He ahí Jauría, Port Arthur o este título que extracta momentos, comportamientos y personalidades sobre los que todos hemos escuchado y leído infinidad de veces y de los que tenemos una opinión más o menos tendenciosa acorde a nuestras simpatías políticas.

Pero los hechos son los que son y Estado B. Kitchen / Ruz – Barcenas no se sale de ellos. Hora y cuarto de fragmentos de las transcripciones de las declaraciones de Luis Bárcenas, el conocido tesorero y gerente del Partido Popular, ante el juez Pablo Ruz el 15 de junio de 2013 (base del montaje original de Estado B estrenado en 2014), y del escrito que a principios de este mes de febrero remitió a la Fiscalía Anticorrupción, así como de los audios que el más famoso comisario de nuestra historia reciente ha filtrado cuando lo ha creído conveniente.

La sobriedad de la puesta en escena (escenografía mínima e iluminación muy puntual de Raúl Baena) y la rotundidad de las interpretaciones dobles de Pedro Casablanc y Manolo Solo dejan claro que la máxima de la dirección de Alberto San Juan es análoga a la de una famosa periodista, “estos son los datos, pero suyas son las conclusiones”. Casablanc encarna al que preparaba los sobres marrones y al alto mando policial. Solo al magistrado Pablo Ruz y a Sergio, el chófer del que presuntamente se valieron las cloacas del Ministerio del Interior dirigido por Jorge Fernández Díaz para intentar anular el potencial destructor que su antiguo compañero podía tener sobre su formación política.

En el caso de Pedro, sus encarnaciones tienen un punto caricaturesco. Sus personajes son altamente conocidos, por lo que su trabajo sintetiza sus rasgos más expresivos para que, sin dejar de ser ellos mismos, nuestra atención se centre en su relato. A Manolo le tocan los caracteres aparentemente anodinos, los secundarios necesarios para el desarrollo de la trama. Los que ponen el dedo en la llaga, marcan los puntos de inflexión y provocan los giros argumentales. Algo que hace a la perfección con su economía de gestos y la precisión de su tono verbal. Además de la compenetración entre ambos actores, señalar la manera en que integran en el discurrir de la obra las interjecciones sonoras del público.

Estado B. Kitchen / Ruz – Barcenas no solo es un libreto compacto bien escenificado, sino también una muestra más de la solidez social y política de la programación del Teatro del Barrio. De su estar al tanto de lo que acontece para reivindicar que valores y principios como la igualdad de todos ante la ley sean no solo una teoría sustentada por el papel, sino también una práctica consolidada de nuestra normalidad democrática.

Crítica realizada por Lucas Ferreira

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