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07.02.2021 Críticas  
La belleza del mundo a través de la danza

La compañía de Blanca Li ha actuado por primera vez en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona con su última pieza; Solstice. Un cuerpo de baile formado por 14 bailarines contemporáneos evoca a través de la danza, la belleza, el poder y la energía de la naturaleza de una forma sublime y sincera.

Dicen que Solstice es el espectáculo más comprometido de Blanca Li. Una celebración de la belleza, el poder y la energía a partir de la preocupación por la degradación de la naturaleza. Una inquietud que Li transforma en una obsesión expresada a través de la danza y el gesto.

Solstice muestra como los elementos de la naturaleza son, no solo maravillosos, sino imprescindibles y que alterarlos puede crear grandes catástrofes. Las relaciones que mantenemos con nuestro entorno se convierten en el punto de partida del espectáculo. En parte admiración y en parte preocupación por los trastornos que el ser humano induce en nuestro ecosistema, Blanca Li reflexiona a través de la danza como el mundo muta. Como la misma Li indica: “El agua, por ejemplo, es maravillosa, pero puede transformarse en terribles inundaciones. El viento puede derivar de brisa a huracán, y el sol y el calor son el origen de los incendios y las sequías”.

Con Solstice, la coreógrafa muestra una cruda visión personal, poética y estética sobre el cambio de la naturaleza bajo con una creación única que nos hace reflexionar. El trabajo físico que ha desarrollado con su elenco tiene como resultado un baile orgánico, intuitivo y muy contemporáneo que nos muestra como la naturaleza está sufriendo. ¿Estamos haciendo todo lo necesario por cuidar de nuestro planeta? Está claro que la respuesta es no.

A través de Solstice, Blanca Li emite un mensaje muy claro. Combinando todos los elementos posibles en escena (escenografía, vestuario, video, iluminación, música y, obviamente, baile) Li nos muestra la transformación de un planeta que está sufriendo. Evoca los trastornos de nuestro ecosistema y plantea cuál es el lugar del hombre dentro de la naturaleza, no considerándolo su centro sino como uno de sus componentes. Porque, realmente, el hombre es un parásito para el planeta; lo destruye en lugar de mejorarlo o vivir en armonía.

Para expresar todas las ideas que Li muestra sobre el escenario, la coreógrafa se rodea de un gran cuerpo de baile contemporáneo formado por fantásticos 14 bailarines y bailarinas que expresan de forma exhaustiva y metódica el sentimiento de indefensión y sufrimiento que el planeta siente bajo la destrucción que le infringimos. Bajo la música de Tao Gutierrez y acompañados por un cantante y percusionista que nos maravilla con sus interpretaciones percutivas y nos sorprende gratamente con su poderoso canto, Solstice se convierte en un espejo que refleja las relaciones ambiguas y complejas que mantenemos con nuestro entorno. A medio camino entre la preocupación y la admiración, el amor y la violencia, la conservación y la destrucción, Li nos plantea la eterna pregunta que, aun, la humanidad no ha sabido contestar: ¿cómo podemos mantener el desarrollo de nuestras civilizaciones sin agotar el planeta?

La escenografía, diseñada por Pierre Attrait, baila entre la poesía y la intriga y está orientada en torno a un cielo en movimiento que tiene como objetivo crear una visión del tiempo que pasa. Este cielo, nos lleva a ver cómo cambia el mundo, como los elementos luchan contra la adversidad que provocamos para tratar de volver a su estado natural. A su vez, este funciona perfectamente como base de proyección de un escenario tecnológico que mezcla efectos de vídeo que evocan los elementos, la naturaleza y sus transformaciones inducidas por el ser humano. Estas creaciones visuales son un elemento clave del espectáculo como la expresiva iluminación a cargo de Caty Olive. Esta artista construye espacios con la luz teniendo en cuenta todos los elementos presentes en la escena. El inicio de la performance nos deja entrever que ambos elementos se volverán indispensables en la historia que la compañía nos explicará mediante la danza.

Por su parte, el vestuario de Solstice está diseñado por Laurent Mercier y hecho por Chaillot -Théâtre National de la Danse quienes presentan un vestuario minimalista perfecto para los movimientos de los bailarines que llenan la escena. Fantástico es el juego que vestuario e historia platean dentro del cuadro sobre en el viento. Un baile visualmente hipnótico que, junto a una iluminación de premio nos regalan un momento en escena difícil de olvidar. Y es que, en esta producción, cada pieza es un elemento esencial que participa plenamente en la coreografía y las impresiones visuales que emergen de cada escena. Desde los tejidos más naturales hasta los más tecnológicos, los vestidos también hablan de nuestra relación con el mundo.

Que la naturaleza está cambiando es algo innegable como innegable es que el ser humano no se preocupa lo suficiente por ello. Parece ser que estamos tan inmersos en nuestros pensamientos, en nuestros propios y egocéntricos actos, que no queremos no nos damos cuenta que el planeta emite una llamada de auxilio desesperada. El mundo está cambiando, se transforma, y no estamos haciendo nada por evitarlo.

Blanca Li ofrece al público un viaje fascinante y emotivo en un universo en movimiento para mostrarnos la belleza del mundo, su fuerza, su energía y su fragilidad. Pero, este mundo, puede que desaparezca mucho antes de lo que esperamos. De momento, parece que no estamos dispuestos a preocuparnos lo necesario por ello y lo dejamos pasar. Pero llegará un momento en que nos daremos cuenta de lo que hemos hecho y ya será demasiado tarde para solucionarlo.

Crítica realizada por Norman Marsà

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