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07.01.2021 Críticas  
BRUTAL

La historia de El Mago de Oz llega al Teatre Condal de Barcelona adaptada magistralmente por La Brutal. Basada en la novela El maravilloso mago de Oz de L. Frank Baum y conocida mundialmente por la película de culto protagonizada por Judy Garland, esta versión teatral se adaptada a los nuevos tiempos, presentando una actualización de la historia y sus valores.

¿Cómo contarles hoy a los pequeños una historia que ha marcado el imaginario de varias generaciones? Pues recuperando la esencia de la historia e introduciendo elementos de nuestro día a día. Para ello, Marc Artigau y David Selvas se han puesto manos a la obra para acercar la conocida historia de Dorothy al público infantil (y no tan infantil) de la ciudad condal.

Al escuchar Oz, todos tenemos en mente a Judy Garland y la versión cinematográfica firmada por Victor Fleming en 1939, pero la historia en que se basa la película El Mago de Oz (The Wonderful Wizard of Oz) fue escrita años antes, en 1900, por Lyman Frank Baum. Lyman fue capaz de crear una historia extraordinariamente poderosa que hace un siglo que seduce a niños y niñas pero también a los adultos, con una trama sencilla que promueve valores como la amistad, el coraje, la ternura o la empatía. La versión cinematográfica producida por Metro-Goldwyn-Mayer se ideó exclusivamente como metraje para público infantil pero, a día de hoy, esta se ha convertido en una película de culto que encumbró a su actriz protagonista, Judy Garland, al estrellato a su muy corta y temprana edad.

La historia original que conocemos trata de una niña, Dorothy, que es arrastrada por un tornado (real o imaginario) con su perro Totó y aparece en un mundo mágico, extraño y desconocido. Se dirigirá a la ciudad Esmeralda para pedir a su gobernante, el Mago de Oz, que la devuelva a su casa. Y por el camino, un camino de baldosas amarillas que deberá seguir sin desviarse, encontrará a unos compañeros de viaje que, como ella misma, buscan algo que echan de menos.

La versión que firma Marc Artigau y que dirige David Selvas nos acerca a los entrañables personajes que ya conocemos pero con unas características algo diferentes; acercándolos claramente al tiempo actual. Un Espantapájaros que busca un cerebro pero que está especialmente preocupado por el clima y el medio ambiente; un Hombre de Latón que, en esta versión es un cíborg de género neutro pero que sigue buscando un corazón; y, finalmente, una Leona (en vez del León original) que ha perdido la condición de reina de los animales y quiere recuperar el valor que cree que ha perdido. Todos ellos mostrarán a Dorothy que todos tenemos más capacidades de lo que creemos y que, cuando hay problemas, nosotros mismos acostumbramos a tener la solución.

Para personificar estas maravillosas lecciones, La Brutal cuenta con las voces de Elena Gadel y Mercè Martinez (quienes comparten el personaje de la Tieta/las Brujas), Jordi Vidal (el Mago), Robert González (el Cíborg), Dámaris Aragón (la Leona), Marc Pociello (el Espantapájaros), Jana Galindo y Roser Dresaire (quienes comparten el personaje de Dorothy). Por mi parte, en la función a la que acudí pude disfrutar de Elena Gadel y Roser Dresaire en los papeles de la tieta / Brujas y Dorothy; respectivamente.

Las interpretaciones que nos presentan la totalidad de actores y actrices de la obra son exquisitas. Empezando por el inquieto corazón de Dorothy y su valor en hablar por ella misma y tratar de encontrar su camino, Roser Dresaire se sale. Sabe cómo involucrar al público en la historia desde un inicio y, no podemos más que irnos con ella a visitar un mundo de fantasía desconocido que nos asusta y nos fascina al mismo tiempo.

Elena Gadel, en su papel de Tieta controladora nos recuerda a nuestras madres en nuestra más temprana edad. Esa en la que nos sentíamos despreocupados y, medio adolescencia, hacías lo opuesto a lo que te pedían. El público adulto empatiza perfectamente con la vena controladora que tiene con Dorothy, algo que ayuda a que los adultos entren directamente en obra. Cuando viajamos a Oz, la parte de las Brujas se convierte en la parte divertida de sus personajes. Si bien es cierto que Glinda es un personaje interesante que parece escondernos cosas (como mínimo a Dorothy), el súmmum de Elena Gadel es cuando personifica a la Bruja mala del Oeste. El juego que ofrece este personaje es magnífico (lástima que su tiempo en escena es muy limitado). Ella no es mala, es complicada (como dice su canción) y su complicación y canción se engancha en el público tanto que da pena que desaparezca. El magnetismo que desprende en escena hace que queramos más de ella y los trucos de magia que ofrece (fantástico el momento zapatilla) sorprende al público gratamente.

Marc Pociello encarna a un amable y cordial Espantapájaros que nos derrite el corazón. Más listo de lo que parece en un inicio, sus movimientos encandilan y hacen reír a los niños del público como nunca antes he visto. De los personajes mas comentados al salir del teatro por mis «vecinitos» de butacas. Su buen hacer en escena es garantía de satisfacción teatral.

Por su parte, Robert González interpreta al Cíborg, uno de los personajes que presenta una lección de aprendizaje innovadora. Él, el personaje más avanzado de todos, es un robot de género neutro. No es ni chico ni chica y, la verdad, no le gustan las etiquetas porque ello te delimita. ¿Porqué hemos de asumir el género de una persona? El género, igual que la sexualidad, no tiene porqué determinarse por como naces. Una lección valiente que aplaudo a La Brutal por atreverse a llevarla a escena. Por su parte, Robert González se convierte en un cíborg «bailarín» que se marca unos pasos a lo Michael Jackson que integra perfectamente en su personaje. Él busca un corazón pero, desde el primer momento, Robert González nos demuestra que su personaje tiene uno de los corazones más grandes de la obra.

Dámaris Aragón interpreta a la reina de la selva, la Leona. Un cambio feminista en la obra original que nos encanta y, sencillamente, nos encaja perfectamente. Porque, como ella, hay mujeres muy valientes que pueden ser las reinas de la selva. A ella no le falta, sino que le sobra el valor para llevar a escena un personaje igual de entrañable que Espantapájaros y que encandila al público. Su trabajo es sencillamente fantástico y una Leona que rapea es lo más.

Por último, Jordi Vidal, quien la final de la historia interpreta a El Mago, no solo nos gana con esta interpretación. Sino que el artista, un todo terreno, interpreta muchas más personajes durante la función que nos hacen sonreír y disfrutar. Como llegamos a reír en butacas con el guardia de ciudad esmeralda… Su bis cómica es perfecta para llevar a buen fin estos personajes y, con el Mago, aun ser un personaje algo más serio, podemos seguir disfrutándole llevándolo a otro nivel. Un gran acierto para la obra.

Pero no solo de excelentes interpretaciones se nutre El Màgic d’Oz de La Brutal. La parte técnica es altamente espectacular. La sencilla, sorpresiva y futurista escenografía de Raquel Ibort que, acompañada de las proyecciones de video de Joan Rodón (dlux.pro), la iluminación de Jaume Ventura y el espacio sonoro de Oscar Villar, nos trasladan de forma simple y espectacular de un bar de Kansas a un lugar mágico y desconocido que nos encandila. Destacar la magnífica transición de la escena del bar al mundo de Oz mediante el tornado que nos deja sin palabras y el acceso a la Ciudad Esmeralda en una montaña rusa de emociones que implica directamente al público. Bravo a La Brutal por apostar y jugar con las proyecciones en escena; el resultado es hipnótico.

Mención especial a Maria Armengol (vestuario), Claudia Abbad (caracterización) y Pere Faura (coreografía y movimiento) quienes ayudan a elevar el nivel de espectacularidad del musical.

Por último, no quiero dejar de escribir esta crítica sin remarcar la excelente composición musical que Paula Jornet y Arnau Vallvé se han marcado para el espectáculo. Dirigido musicalmente por Andreu Gallén, la versión de El Mago de Oz de La Brutal cuenta con música exclusivamente creada para el espectáculo. En ningún momento escuchamos las conocidas canciones de la película o musical original; en su defecto, Jornet y Vallvé nos ofrecen composiciones nuevas que nos acercan a los sentimientos de los personajes. Gracias a ellas podemos entender porqué Dorothy, el Espantapájaros, el Cíborg, la Leona o la Bruja son como son. Si viéndolo en escena aun no lo teníamos claro, la música que crean ambos nos ayuda aun más a entender el contexto que representan. Perfectas son «Dins el meu cap» cantada por Dorothy, «Complicada» cantada por la Bruja mala del Oeste o la canción final del espectáculo «Sou especials» cantada por El Mago hace que los niños y niñas salgan eufóricos del teatro.

A parte de lo que ya conocemos y todo lo que El Mago de Oz nos enseña, la versión que presenta La Brutal en el Teatre Condal de Barcelona es un canto a la amistad y los valores familiares, la versión de Artigau y Selvas presenta varias lecciones imprescindibles que debemos aprender: que no hemos de asumir el género de una persona por su aspecto, que el cambio climático es algo por lo que nos debemos preocupar, que no solo los leones pueden ser los reyes de la selva y, sobretodo, que debemos confiar en nosotros mismos antes que en los poderosos.

Crítica realizada por Norman Marsà

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