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04.12.2020 Críticas  
Por fin llegó la Borgia

Ópera de Tenerife estrenó temporada los días 24, 26 y 28 de noviembre con tres funciones de Lucrezia Borgia, título que la crisis sanitaria impidió celebrar el pasado marzo y que es una coproducción de Auditorio de Tenerife, lugar del estreno, Teatro Comunale di Bologna, Ópera de Oviedo y Teatro de la Maestranza de Sevilla.

En este melodrama, basado en la novela del escritor francés Victor Hugo que se inspiró en la figura histórica de Lucrecia Borgia, Donizetti hace una radiografía del mito morboso de la hija del papa Alejandro VI, creando un potente retrato psicológico de una mujer poderosa y frágil a la vez.

El Auditorio de Tenerife ha realizado un gran esfuerzo para poder traernos una de las producciones más valientes, ambiciosas y con una puesta en escena exquisita y elegante, en estos tiempos de pandemia. Y más teniendo en cuenta que se trata de un título difícil y no muy popular, puesto que la protagonista de esta historia fue víctima de incesto, abusos, violacion y la pérdida de un hijo. Es una historia dura de difícil contexto, que ha sido producida en una época también difícil para la cultura.

Yolanda Auyanet soportó el peso de lo que significaba interpretar a la controvertida protagonista de esta historia. No había duda de que era perfecta para el rol de la Borgia. Su presencia sobre el escenario, junto con su voz, fueron garantía de un éxito incuestionable. Hizo gala de una interpretación excelsa, haciendo gala de una voz bella y de gran poder. Exhibió una coloratura y una interpretación impecables, con un control magnífico en las cabaletas, que causaron verdadero furor entre el público. Podría decirse con bastante certeza que, a día de hoy, Auyanet es una de las mejores sopranos del país.

El tenor italiano Antonino Siragusa en el rol de Gennaro, realizó una actuación extraordinaria. A pesar de no poseer una de las voces más hermosas, sí que cuenta con una potencia de la que hizo uso especialmente en la escena final, sabiéndola dotar del dramatismo que requería la historia.

La mezzosoprano Na’ama Goldman fue claramente otra de las sensaciones de la noche en su rol de Maffio Orsini. Interpretó a su personaje con gran aptitud, no solo en la parte vocal, sino también en la interpretación.

El director musical, Andriy Yurkevych, ejecutó en el foso una dirección excelente de la Sinfónica de Tenerife. Demostró que su elección fue más que acertada, ya que su afinidad al bel canto quedó probada al no permitir que la música eclipsara a las voces, sino más bien la acompañó.

Cabe destacar también la acertadísima elección de la directora de escena Silvia Paoli, quien planteó la escenografía con inteligencia y elegancia. En su decisión de instalar la obra en la Italia fascista de Mussolini, quiso mostrar el sentido de opresión y claustrofobia que se lee a través de la historia, reforzando esa idea al ubicarla en un matadero. Paoli contó con un equipo magnífico que puso el colofón a tan hábil escenografía, con el diseño de Andrea Belli, el vestuario de Valeria Donata Bettella y la iluminación de Alessandro Carletti.

Nuevamente el Coro Ópera de Tenerife, al mando de la siempre brillante Carmen Cruz, demostró su absoluta profesionalidad y maestría a la hora de cantar con mascarilla. Esta vez la formación se montó con las voces de tenores y barítonos, desempeñando un papel especial en esta puesta en escena.

Así, con semejante conjunto de escenografía, orquesta y voces, la Sala Sinfónica vibró en su totalidad desde el comienzo de la función, hasta el saludo final de los protagonistas. De nuevo, el Auditorio de Tenerife apostó y ganó sobradamente.

Crítica realizada por Celia García

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