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19.11.2020 Críticas  
Madrileña bonita

Hace 86 años que se estrenó La del Manojo de Rosas en Madrid y 30 años de esta quinta reposición de la producción del Teatro de la Zarzuela de Madrid con versión escénica de Emilio Sagi. Maravillosa conmemoración con un fastuoso montaje inolvidable.

Ascensión (Ruth Iniesta) regenta La del Manojo de Rosas, una tienda de flores en una plaza de barrio madrileña, lindando con el bar Honolulu donde Espasa (Ángel Ruiz) despacha al personal con su labia, y Joaquín (Carlos Álvarez) puede beber los vientos por la florista desde el taller de reparaciones en el que trabaja. Costumbrismo, atisbos de liberación femenina, y mucha chulería madrileña son lo que La del Manojo de Rosas nos regala y el público goza.

Clásicos de la zarzuela son programados todas las temporadas, pero pocos pueden presumir de ser la conciliación perfecta de la representación de una época como el Madrid de los primeros años del 1930 como La del Manojo de Rosas, y es que la música Pablo Sorozábal son todo tonadillas de tarareo involuntario, y el libreto de Francisco Ramos de Castro y Anselmo Cuadrado Carreño logran que en pleno 2020 saboreemos el sabor de los Madriles castizos y simpáticos previos al desastre y la oscuridad que estaba por venir.

El sainete mantiene la dirección de escena, espléndida, de Emilio Sagi, y la musical de Guillermo García Calvo, donde también se nota el mimo que se le tiene a La del Manojo de Rosas. Y es que nada mas alzarse el telón la magna escenografía de Gerardo Trotti nos transporta por completo a esa plaza y ese tiempo, y el patio de butacas pasa a ser un banco de la propia calle desde el que vemos la vida pasar en los balcones, las aceras, y las canciones de los personajes. La labor de vestuario Pepa Ojanguren con esa inclusión nada chocante de las mascarillas, funciona casi como una pasado distópico.

Me he llevado a casa el portento vocal de Carlos Álvarez y el difícil juego de respiración que ejecuta en “Hace tiempo que vengo al taller”, para mi culmen de toda su interpretación antes de la ovación prolongadísima y llena de peticiones de bises de “Madrileña bonita”. También la verborrea y el complejísimo ejercicio dialéctico de Ángel Ruiz cuyas intervenciones son hilarantes y al que solo echo en falta que hubiera podido lucirse vocalmente. La farruca en caló de Capó (David Pérez Bayona) y Clarita (Sylvia Parejo) es una joyita musical rara de encontrar pero facílisimo de disfrutar.

La del Manojo de Rosas entra directamente en un puesto muy alto de clasificación de esta atípica temporada que estamos pudiendo disfrutar los que tenemos este privilegio, y haber podido asistir a este aniversario acompañado por unos ojos nuevos en zarzuela, pero dispuestísimos a disfrutarla y que haya sido precisamente ante semejante despliegue artístico transforma mi experiencia personal como espectador en inolvidable y llena de gratitud al equipo. Gracias.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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