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11.11.2020 Críticas  
Un finde entre cartones

La sala El Umbral de Primavera comienza el mes de noviembre el estreno de Vaga, de Fredeswinda Gijón, un montaje que intenta dar voz a esas personas que un día deciden prescindir del techo que les ampara, para pasar su vida a la intemperie.

Eva (Esther Acevedo) es una actriz que tras terminar un ciclo de representaciones, volviendo a casa cargada con sus cosas acumuladas en el camerino, decide no volver a casa y pasar a compartir cartones y colchón con Diana (Begoña Miranda) una sin-techo que comparte parecido, nombre, y trayectoria vital, en muchos aspectos, con la madre de la actriz.

Vaga es un texto de Fredeswinda Gijón con dirección de ella misma cuya propuesta inicial de dar voz y justificación en cierto modo, a cómo una persona “normal” transiciona a vivir en la calle, es un punto de partida interesante, y como testimonio aún alejado del “teatro documento” es una premisa de gran calado, pero aquí se formaliza como un paseo de puntillas sobre las vidas de dos mujeres que parecen predestinadas a convertirse en inseparables y el apoyo que necesitan la una h la otra, sin llegar a contar mas que ciertos retazos oscuros y dramáticos pero que se quedan en los espacios entre líneas del libreto: escondidos, ignorados y ninguneados, como la vida perra de la propia Diana.

Salí del estreno con la incómoda sensación de haber asistido a una representación con el mismo carácter que el título con el que se le ha dotado, Vaga, en la que se me habla desde el privilegio de una “con techo” de la tres días en la vida con una sin techo. Existe un atisbo de crítica mencionada en el texto en la que se acusa al personaje de Eva de percibir su decisión de vivir en la calle como algo que se contrata en una “caja de experiencias”, sin ser esto un fin de semana en una casa rural, o una cara de vinos en una cava de La Rioja, sino una “Homeless Experience” de 72h en la que te puedes hacer una idea de lo dura que es la calle, y compartirla entre tus contactos en redes sociales.

Hay crítica en Vaga pero es vaga, y llego a cuestionarme que sea una crítica real, y no simplemente un recurso dramático escogido al azar sin intención ni calado alguno. Eva tal como llega a esa situación de calle, preocupada más en dónde ubicar una plantita decorativa en una acera, que en dar salida a esa crisis existencial que intuimos que tiene, pero que le interesa tan poco como lo que sufrió su madre en vida, y solo canaliza ese aprecio en la libreta que guarda en el forro de su abrigo de paño.

La escenografía de Plexonía Teatro y el diseño de luces de Borja Rodríguez dan calidad a la propuesta, al igual que la entrega de Begoña Miranda y no tanto de Esther Acevedo cuya dirección es tan errática como el movimiento escénico que parece que no está adaptado al espacio y se vuelve absurdo y repetitivo el entrar y salir de la sala a un lugar que sabes que no es tal.

El trasfondo y las apariciones fantasmales de Begoña Miranda como la madre, son el elemento valioso y con multitud de posibilidades de lo que es Vaga pero se queda en dos fogonazos de luz e ingenio entre lo anodino e irreflexivo del resto de la propuesta.

Crítica realizada por Ismael Lomana

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