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26.10.2020 Críticas  
Homenaje humilde y acertado

El centenario de la muerte de Benito Pérez Galdós ha quedado desdibujado por culpa de la pandemia. Por suerte, en esta incierta normalidad aparecen montajes que aportan su grano de arena. Bien está que fuera tu tierra, Galdós, de Venezia teatro en el Teatro Fernán Gómez es un entrañable montaje que deja con ganas de saber más.

Planteado como un proyecto de investigación sobre Galdós, a partir de unos supuestos escritos autobiográficos del propio Galdós y que son entregados en exclusiva a la compañía para desarrollar una dramaturgia a presentar en el año del centenario. Esa es la premisa de Bien está que fuera tu tierra, Galdós.

A partir de ese momento, un ilusionado e ilusionante reparto compone un merecido homenaje a Galdós. Desde sus vicisitudes como director del Teatro Español, su no entrada en la Real Academia de la lengua, el Nobel que no le llegó, su Sisita y Pardo Bazán. El repaso tiene un tono distendido. Los actores intercambian papeles, se intercalan esos momentos históricos y aparecen Valle-Inclán e Isabel II entre otros.

En escena Esther Isla, Macarena Sanz, Alma García, Antonio Fernández y Julio Hidalgo. Bajo la dirección de José Gómez-Friha, quien ya ha demostrado su buen hacer con montajes como El tartufo o Beatrice. Aquí se aprovecha de la tremenda versatilidad del elenco, para forjar este juego que funciona y entretiene. A destacar el punto para la comedia que derrocha Macarena Sanz, que encandila. Esther Isla llega a su momento cumbre con su encarnación de Pardo Bazán. Todos están perfectamente conectados, componiendo escenas que fluyen sin atropellos y con lógica, lo cual, en los tiempos que corren, se agradece infinito.

La escenografía es sencilla, pero efectiva. Alfombras que esconden sorpresas, baúles viajeros y marcos que simulan escritos. El vestuario en colores tierra, atemporal, permite dibujar las distintas épocas de los relatos expuestos.

Venezia teatro tiene ya un sello de identidad, y aquí no lo traiciona. Sus montajes son siempre agradables y agradecidos para el espectador. Fluyen como texto didáctico sin entrar en espesuras excesivas. Este homenaje al gran Galdós funciona y con acierto. Consigue lo que persigue. Se despierta gran curiosidad en el espectador. Quiere uno después de la función sumergirse en los escritos y novelas del mismo. Encontrarse con esos universos galdosianos, con ese Madrid tan identificable. Sin duda, el teatro debe espolear el intelecto y aquí lo consigue con creces, sin ser pretenciosos y sin querer aleccionar.

Crítica realizada por Moisés C. Alabau

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